Según la Unesco, “estos sitios encarnan la noción de área protegida por excelencia”, recuerda sin embargo el WWF, que se basa en un censo realizado por la Unión internacional para la conservación de la naturaleza (UICN) .
Sin embargo, la calificación de la Unesco no es necesariamente sinónimo de protección ejemplar, demuestra el informe.
“Entre otras actividades nefastas, a menudo obra de multinacionales y sus filiales, se puede citar la exploración y la extracción petrolera o de gas, la minería, la explotación forestal ilegal, la creación de grandes infraestructuras, la pesca abusiva y la sobreexplotación de recursos acuíferos”, resume la oenegé.
114 World Heritage sites are under threat from harmful industrial activities. #makeyourmark: https://t.co/cB3ohSPz13 pic.twitter.com/AQFaza1tcS
— WWF 🐼 (@WWF) April 6, 2016
No existe ningún continente al amparo de los señalamientos del WWF, que llama a gobiernos y empresas a actuar en favor de un futuro sustentable a todos estos sitios excepcionales.
La Unesco, que aceptó declarar a estos sitios como parte del Patrimonio mundial a pedido de los Estados, no tiene el poder para obligar a sus gobiernos a protegerlos.
Como último recurso, el organismo de la ONU puede retirar el sitio de la lista. Eso ocurrió una sola vez con Omán, en el caso del santuario del oryx árabe, un tipo de antílope, que con el paso de los años fue invadido por perforaciones petroleras y donde prolifera la caza clandestina.
- En INFOGRAFÍA: “Sitios amenazados por la actividad económica”
El informe destaca que además de atentar contra un patrimonio dotado de “un valor universal excepcional”, la degradación de estos lugares podría “poner en tela de juicio su capacidad para aportar beneficios económicos, sociales y ambientales” a los 11 millones de personas que dependen de ellos.
Alrededor de un millón de personas viven en los 119 sitios declarados por la Unesco y que están amenazados, y unos 10 millones en sus alrededores.
España y América Central
Los bosques tropicales húmedos de la isla de Sumatra, Indonesia, son un ejemplo inquietante.
El sitio comprende tres parques nacionales con importantes acuíferos que abastecen en agua a millones de personas. Sin embargo, estos bosques están amenazados por la explotación forestal o por concesiones (minas, petróleo, gas) aún no explotadas.
En España, el parque nacional de Doñana, que recibe anualmente a millones de aves migratorias, fue víctima en 1998 de una vasta contaminación provocada por desechos mineros (lodos tóxicos y aguas ácidas) .
En el 2015, el gobierno español concedió nuevamente derechos de extracción a una empresa mexicana (Grupo México) en este humedal situado en Andalucía.
En Tanzania, la reserva animal de Selous afronta varios peligros: actividades mineras y petroleras cada vez más numerosas, construcción de rutas y un proyecto de represa hidroeléctrica que implicará la inundación de algunas zonas.
Entre los sitios marinos, los arrecifes de Belice en América Central comprenden siete áreas protegidas e integradas a la barrera de coral más larga del continente americano, que desde el 2009 fue declarada en peligro.
La construcción de estaciones balnearias y de viviendas, así como la explotación petrolera marina dañaron ecosistemas de una riqueza excepcional.
En sentido contrario, “un sitio declarado Patrimonio mundial puede convertirse en incentivo al desarrollo económico”, subraya la oenegé, al citar como ejemplo la gestión del arrecife de Tubbataha en Filipinas, con actividades de pesca y turismo, o la del parque nacional de Chituan en Nepal, donde la mitad de los ingresos regresa a las comunidades locales.