Así lo denunció el martes la Comisión de la ONU que investiga los crímenes perpetrados en más de cinco años de guerra en Siria y que considera que los ataques contra barrios tomados por los rebeldes “parecen ser el preludio de un cerco (armado), ideado para capturar la ciudad mediante una estrategia bien documentada que implica rendirse o morir”.
La comisión expresó su alarma no sólo por los niños, sino por todos los civiles atrapados en Alepo y sujetos a bombardeos diarios de las fuerzas del régimen sirio y de Rusia.
Denunció que sólo este año 25 hospitales han sido destruidos por bombardeos aéreos en Siria, que además han matado a pacientes y personal médico.
“Aquellos que están dentro de los barrios controlados por los rebeldes describen horrores, bajo la constante amenaza de morir por un bombardeo. La comida, agua y productos para bebes y niños están limitados y prácticamente no existe ninguna atención médica”, señaló la comisión que integran cuatro eminentes juristas de distintos países.
Este grupo ha desarrollado en sus casi cinco años de investigaciones distintos medios para obtener testimonios directos e independientes sobre lo que ocurre en Siria, incluso en zonas sitiadas.
La comisión también acusó a una coalición de grupos rebeldes islamistas -Ahrar al Sham y Yaish al Islam- y al yihadista Frente de la Conquista del Levante”, antiguo Frente al Nusra de lanzar ataques indiscriminados contra zonas residenciales en la parte de la ciudad controlada por el gobierno.
“La guerra tiene reglas y urgimos a las partes combatientes que actúen de acuerdo a las normas internacionales”, reclamó, luego de subrayar la urgencia de que se reanuden las negociaciones políticas para poner alto a la guerra en el devastado país.