Messi tenía otra idea en mente. Tampoco lanzó el centro, sino que optó por otro pase corto, esta vez a Enzo Fernández, quien estaba al borde del área. Fernández fintó una vez, dos veces y luego envió un disparo que hizo una parábola perfecta y dejó el balón fuera del alcance del guardameta mexicano. El gol selló la victoria de Argentina y —a la postre— el destino de México en este Mundial.
A primera vista, parecía el tipo de gol que México habría sido incapaz de detener: un momento de magia, un rayo que había salido de la nada. No obstante, para Stuart Reid, en todo caso, sin duda habría sido previsible. Después de todo, estamos hablando de Argentina. Y a Argentina, como lo ha sentenciado Reid, le gustan los tiros de esquina de una medida similar a sus números 10: corta.
Es muy probable que Reid haya visto más tiros de esquina que nadie en el planeta. Como regla general, observa cientos al día. De hecho, no solo los observa: los anota, los evalúa y los cataloga con diligencia. A lo largo de los años, ha creado una base de datos sin igual de tiros de esquina en un intento por determinar por qué algunos funcionan y otros fallan y para encontrar modos de inclinar la balanza de los últimos a los primeros.
Reid ha pulido su habilidad lo suficiente como para convertir en carrera lo que al principio era un pasatiempo (extremadamente) especializado. El trabajo de Reid, un consultor al que contratan clubes de todo el mundo, consiste en orientar la estrategia de los equipos en las jugadas a balón parado —tiros de esquina, tiros libres y otras situaciones de táctica fija—, asesorando a sus entrenadores sobre los principios generales y ofreciéndoles consejos sobre cómo enfrentar a rivales específicos. Es consciente de que es un forastero en este mundo; en una entrevista el mes pasado, Reid dejó claro que está ahí para ayudar, más que para dirigir.
Sin embargo, a mayor cantidad de tiros de esquina diseccionados, Reid se ha percatado de algo más. Ahora, el fútbol es un deporte a todas luces globalizado. Las ideas se propagan por todo el mundo en un abrir y cerrar de ojos y se transmiten casi de manera instantánea a lo largo de rutas comerciales muy transitadas. Y, a pesar de todo, hay un ámbito que permanece relativamente intacto, cuyo aspecto local es orgulloso y desafiante. A veces, Reid puede decir de dónde es un equipo solo por el modo de atacar o defender sus tiros de esquina.
El arte de defender: individual o colectivo
En términos generales, hay dos maneras de defender los tiros de esquina. El enfoque más tradicional consiste en convertirlos en una competencia uno contra uno, asignando a cada defensa un atacante individual al que debe seguir: esto se conoce, sin importar el género de los jugadores, como marcaje personal. El otro enfoque es más territorial: un defensa debe patrullar una zona específica del área y despejar cualquier peligro que llegue a su zona. Esto se conoce como marcaje por zona y es un término que también se usa para referirse a la crianza de más de dos niños.
En la actualidad, la norma es que los equipos utilicen una mezcla de ambas, pero algunos países siguen manteniendo una lealtad feroz por uno u otro. Por ejemplo, Brasil tiene una tendencia atípica a marcar mucho por zona. Las investigaciones de Reid han revelado que algunos equipos, incluida la selección brasileña, utilizan hasta seis marcadores zonales.
Sin embargo, el estilo brasileño es único por cómo defienden los jugadores. “Es curiosa la agresividad con la que los equipos brasileños defienden los tiros de esquina en los que el balón se aleja del arquero”, comentó Reid. “Los jugadores que defienden las partes centrales del área se colocan mucho más lejos del arco que en Europa”.
Desde luego, el modo brasileño de abordar los tiros de esquina es diametralmente opuesto al de Argentina. Después de todo, las dos grandes potencias sudamericanas no hacen casi nada igual y la manera en que afrontan las jugadas a balón parado no es un caso distinto. Los equipos argentinos adoptan un sistema mucho más individual, que en esencia se basa en el marcaje personal.
Portugal y los Países Bajos tienen enfoques opuestos a la hora de defender los tiros de esquina. Para los portugueses, la fortaleza recae sin duda en los números, al menos en defensa. Todo el sistema ofensivo del país tal vez está configurado con un individuo en el centro —Cristiano Ronaldo—, pero en el otro extremo del campo se espera que todos compartan la carga. Portugal no solo prefiere el marcaje por zona, sino que a Portugal le gusta mucho, pero mucho el marcaje por zona. En palabras de Reid: “Son grandes aficionados”.
Es más sorprendente descubrir que los Países Bajos funcionan como una especie de Portugal a la inversa. Después de todo, en este país floreció por primera vez el “fútbol total”, un sistema de juego en el que a todo el mundo se le permitía, e incluso se le alentaba, hacer de todo. No obstante, cuando se trata de defender, los Países Bajos son de la opinión de que los jugadores deben resolver sus propios problemas.
Tiros de esquina en ataque: inacción o cambio
En el fondo, los tiros de esquina no son un mecanismo tan eficaz para marcar goles. Algunos estudios han sugerido que uno de cada nueve tiros de esquina en realidad termina en una ocasión de gol, ya no digamos en una anotación. Esto se puede interpretar de dos maneras: ahora, muchos equipos buscan cómo reducir las probabilidades a su favor. Por otro lado, selecciones como la de España han tomado la lección contraria: cada vez le han dado más la espalda por completo a los tiros de esquina.
Como regla general, a España no le gusta el tiro de esquina tradicional. Para una cultura futbolística que valora la posesión del balón más que cualquier otra, lanzar un centro al área es una apuesta demasiado arriesgada. Es una tradición relativamente reciente, el legado del estilo “tiki-taka” del que fue pionero el Barcelona y que luego utilizó, con un efecto glorioso, la selección nacional cuando ganó un Mundial y dos Eurocopas consecutivas hace una década. Luis Enrique, el actual seleccionador, ha intentado modernizar ese estilo, para que su equipo sea más directo y más devastador, en casi todas las zonas del campo. No obstante, el tiro de esquina en corto —en el que el cobrador le da un pase sencillo a un compañero para que en esencia se reinicie el juego abierto— sigue siendo sacrosanto.
Los clubes españoles en general y la selección nacional en particular utilizan los tiros de esquina, no como una oportunidad para ganar la lotería, sino como una oportunidad para retener la posesión, para volver a empezar. “La temporada pasada, hubo más tiros de esquina cortos en La Liga que en cualquiera de las otras grandes ligas europeas”, señaló Reid. El patrón se mantiene con la selección nacional: en la última campaña de la Liga de Naciones, España sacó en corto casi dos terceras partes de sus tiros de esquina. Un tiro de esquina es más que una ocasión de gol. Para España como para otros tantos, es una oportunidad para demostrar quiénes son en realidad.