“Hemos dedicado mucho amor para preparar la visita”, afirmó el viernes el cardenal de Bosnia Vinko Puljic. “La ciudad desborda alegría”. Instó a la gente de todas las religiones “a abrir sus oídos y sus corazones al mensaje del papa”.
Una legión de voluntarios ayudan a los conductores de autobuses y automóviles a conseguir lugares donde estacionarse. Por motivos de seguridad, la policía ha pedido a los residentes que cierren las ventanas y no se paren en sus balcones al paso del convoy papal. Las autoridades publicaron un número telefónico al que se puede llamar si alguien nota algo sospechoso.
Un grupo de artistas e intelectuales escribió una carta para advertir al pontífice que dos de los funcionarios que lo recibirán ofrecieron recientemente una fiesta de bienvenida a un criminal de guerra croata después que cumplió una sentencia por matar a musulmanes.
“La paz que el papa desea promover no es posible sin que cicatricen las heridas de la guerra, que vuelven a sangrar cuando los criminales de guerra son elogiados como héroes”, afirmó la directora de cine Jasmila Zbanic.
Se anticipa que unas cien mil personas llegarán de toda Bosnia y de la región a Sarajevo, ciudad de mayoría musulmana con 300 mil habitantes. La mayoría de los peregrinos abordarán unos 800 autobuses a medianoche para llegar a la capital temprano por la mañana y ubicarse en el estadio municipal donde se oficiará la misa.
Francisco se reunirá antes con la presidencia de Bosnia integrada por un bosnio musulmán, un serbio ortodoxo y un croata católico. También se reunirá con representantes de las cuatro religiones que han convivido en Bosnia durante siglos: musulmanes, ortodoxos, católicos y judíos, como también con jóvenes de todas las creencias.
Durante siglos, Sarajevo fue conocida como la “Jerusalén europea” en la que convivían en armonía cristianos, musulmanes y judíos. En la década de 1990 se desató el odio religioso cuando los serbios ortodoxos y los bosnios musulmanes se trenzaron en una guerra cruenta.