“La fruta está madura”, dijo el portavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, tras una semana en la que su formación y el PSOE han acercado posturas.
Un pacto PSOE-Ciudadanos necesitará además de la abstención del Partido Popular (PP) de Rajoy, algo a lo que el líder conservador se niega, pero la formación liberal confía en poder lograrlo.
“Las posibilidades de contacto son infinitas pero la aritmética de votos no es infinita. No dejemos las cosas para última hora”, manifestó por su parte el “número dos” de Podemos, Íñigo Errejón.
El líder socialista tiene plazo hasta el 2 de marzo, cuando se inicia el pleno de investidura, para lograr los apoyos suficientes para convertirse esa semana en jefe del Gobierno español, según la fecha fijada el lunes por el presidente del Congreso de los Diputados.
La primera votación en la Cámara será el 3 de marzo. Si no la gana por mayoría absoluta, como todo apunta que sucederá, dos días después le bastará con tener más síes que noes.
Por esa constelación es por la que trabaja desde que el rey Felipe le encargó el día 2 que intente formar un Ejecutivo y aleje el escenario de nuevas elecciones en junio, lo que sucedería si dos meses después de la primera votación de investidura no hay aún presidente del Gobierno.
A día de hoy, Sánchez tiene asegurado solo el apoyo de los 90 diputados del PSOE, la segunda fuerza en el Congreso tras el Partido Popular de Mariano Rajoy, que pese a haber sido la fuerza más votada en los comicios de diciembre, declinó la tarea de intentar formar Gobierno por no poder reunir los apoyos necesarios.
Las opciones de Sánchez, que descarta la gran coalición que le propone Rajoy, pasan inevitablemente por pactar con Podemos, tercera fuerza con 69 diputados, o Ciudadanos, cuarta con 40.
La primera opción precisaría además del apoyo del Partido Nacionalista Vasco (PNV) e incluso la facilitación mediante la abstención de dos partidos secesionistas catalanes, que hoy aseguraron que jamás la darán si el PSOE sigue rechazando un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Esa consulta es una línea roja que Sánchez no quiere -ni puede- traspasar: su partido la fijó como infranqueable en un documento oficial. Y aun así, Podemos la situó este lunes de nuevo como “imprescindible”, en una propuesta de Gobierno conjunto que presentó al PSOE y que dejó perplejos a los socialistas por el fondo y las formas.
No solo insiste en el referéndum catalán, sino que divide a España en “naciones” y “comunidades”, aumenta el gasto público en casi 100.000 millones de euros y organiza a Sánchez un Gobierno con 15 Ministerios (la mitad de los socialistas) y con Iglesias como vicepresidente, con el control de los servicios de inteligencia y la comunicación política.
“Es evidente que el partido de Pablo Iglesias conmina a los socialistas no para facilitar la constitución de un Gobierno, sino para mantener intacta la moral de sus seguidores, en la perspectiva de una repetición de elecciones que será difícil de evitar si nadie cede en sus intransigencias”, sostuvo hoy el diario progresista “El País” en su editorial.
A dos semanas del debate de investidura, PSOE y Podemos dejaron correr hoy el día discutiendo sobre cómo sentarse a dialogar.
“No entendería que alguien que quiere hacer un Gobierno con nosotros tuviera problemas para reunirse conmigo. Si Pedro Sánchez va a ser presidente y yo voy a ser su vicepresidente creo que deberíamos reunirnos con más frecuencia”, dijo Pablo Iglesias.
El líder de Podemos exige un encuentro cara a cara con Pedro Sánchez pero el PSOE argumenta que son las comisiones negociadoras las que deben hablar. La situación de bloqueo entre ellos sigue: no se ponen de acuerdo ni para sentarse a la mesa a negociar.