Mediante un decreto publicado este miércoles, el soberano sustituyó a su heredero al trono, el príncipe Moqren, por su sobrino y ministro de Interior, Mohamed bin Nayef, de 55 años, hasta ahora segundo en el orden de sucesión.
Moqren también dejó su puesto de vice primer ministro, asumido por Nayef, que mantendrá además la cartera de Interior.
Moqren, de 69 años, se había convertido en príncipe heredero tras la muerte del rey Abdalá, al que sucedió el 23 de enero su hermanastro Salman bin Abdel Aziz, de 79 años.
Nayef ha liderado la lucha contra Al Qaeda, debilitando su presencia en el reino. Tras la muerte de su padre y ministro de Interior, fue nombrado en ese cargo en el 2012.
Su designación confirma el ascenso político de los príncipes de segunda generación, es decir, los nietos de Abdel Aziz, fundador del reino saudí.
Formado en Estados Unidos, Nayef está “bien visto por Washington”, según David Ottaway, investigador del Wilson Center de Washington.
El rey nombró además a su hijo y ministro de Defensa, el príncipe Mohamed bin Salman, en la treintena, segundo en la línea sucesoria. El príncipe preside además el Consejo Económico y de Desarrollo, un órgano de coordinación creado por su padre.
Según la agencia oficial SPA, el príncipe se reunió el miércoles -en lo que fue uno de sus primeros trabajos como segundo en el orden de sucesión del monarca- con Isaias Afeworki, el presidente de Eritrea, país situado a la orilla del mar Rojo frente a Yemen.
– ‘Fase peligrosa’ –
Se trata de la segunda remodelación gubernamental desde la entronización de Salman, quien destituyó a dos hijos de su predecesor.
Bajo su reinado, Riad ha adoptado un papel más destacado en política exterior, poniéndose al frente de una coalición árabe que lleva a cabo una operación militar en Yemen.
Así, desde el 26 de marzo, esta coalición liderada por Arabia Saudí, un reino ultraconservador donde nació el wahabismo (una versión rigorista del islam sunita), ha llevado a cabo bombardeos en el país vecino para intentar frenar el avance de los rebeldes chiitas hutíes.
“Los cambios están destinados a favorecer una armonía en el mando del Estado, que enfrenta una fase peligrosa (…) en su pulso con Irán”, declaró el analista Abdelwahab Baradjan, radicado en Londres.
Según él, “los dos nuevos príncipes herederos se llevan bien con los Estados Unidos” en un momento en el que el reino “ha comenzado una política no convencional, militar” y en el que “enfrenta peligros” en su seguridad interior.
El martes recién pasado, las autoridades saudíes anunciaron haber detenido a 93 sospechosos y haber desbaratado atentado atribuidos a combatientes del grupo yihadista Estado Islámico, incluido uno dirigido contra la embajada estadounidense en Riad.
Con la campaña militar aérea en Yemen, que continúa dejando decenas de muertos por día, el ministro de Defensa se ha convertido en una figura destacada en las últimas semanas.
“El rey Salman quiere rejuvenecer las estructuras del Estado inyectando sangre nueva”, indicó el analista saudí Jaled Batarfi.
“En verdad, es un acto histórico. Se trata de un verdadero cambio de generación”, valoró un diplomático occidental, que pidió el anonimato.