El encargado de entregarle la carta fue el embajador británico ante la UE, Tim Barrow.
Al término de dos años de negociaciones, la UE habrá perdido a un miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y potencia nuclear, y habrá ganado, a su pesar, un ejemplo que otros sentirán la tentación de seguir. A su vez, el Reino Unido podría quedarse sin Escocia e Irlanda del Norte si el descontento de ambas con el Brexit acaba en independencia.
May presidió temprano una reunión extraordinaria del gobierno, y se dirigía al Parlamento en el justo momento en que Bruselas recibió la carta.
“Ha llegado el momento de unirnos y trabajar juntos para lograr el mejor acuerdo posible”, en un divorcio que “no tiene vuelta atrás”, dijo May y pidió unidad al pueblo británico.
“Acorde a los deseos de la población británica, el Reino Unido abandona la Unión Europea. Este es un momento histórico del cual no hay marcha atrás… Vamos a hacer nuestras propias decisiones y leyes, vamos a tomar control de las cosas que nos importan a nosotros”, agregó la primera ministra.
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— EL PAÍS (@el_pais) March 29, 2017
Una factura millonaria como despedida
Los mandatarios europeos tienen previsto establecer sus grandes líneas de negociación el próximo 29 de abril en una cumbre en Bruselas, sobre la base de la propuesta que Tusk les presentará antes del viernes.
Las negociaciones propiamente dichas empezarán a finales de mayo, principios de junio, y el primer cara a cara entre May y los líderes de los 27 será el 22 de junio.
May quiere una ruptura neta y renunciará al mercado único para poder controlar la inmigración, lo que ha despertado preocupación en sectores estratégicos como la banca y los constructores de automóviles, muy dependientes de sus negocios en la UE.
En cambio, el principal negociador europeo, Michel Barnier, pretende que los tres millones de ciudadanos europeos en Reino Unido conserven sus derechos.
Sin embargo, la cuestión que protagonizará el inicio de las conversaciones será la factura a pagar por el Reino Unido.
Aunque todavía no hay cifra oficial, se estima que los compromisos presupuestarios adquiridos por Londres ascienden a hasta 60 mil millones de euros (64 mil millones de dólares).
El ministro de Finanzas, Philip Hammond, admitió a la BBC que habrá que pagar -“no se puede tener todo”-, pero discrepó del montante, atribuyéndolo a una estrategia: “después de todo, esto es una negociación”.