El sábado pasado, 10 mil años después de que nuestra especie comenzó a formar sociedades agrícolas primitivas, un panel de científicos tuvo un gran avance hacia la proclamación de un nuevo intervalo del tiempo geológico: el Antropoceno, la era de los seres humanos.
Nuestra era geológica actual, el Holoceno, dio inicio hace 11 mil 700 años con el fin de la última gran edad del hielo. Parece que las apenas tres docenas de científicos del panel están cerca de proponer que, en realidad, hemos pasado las últimas décadas en una unidad de tiempo totalmente nueva caracterizada por cambios a nivel planetario inducidos por el ser humano que aún no han terminado, pero que están muy en marcha.
“Si estuviésemos en 1920, nuestra postura habría sido: ‘La naturaleza es demasiado grande como para ser influida por el ser humano’, ”, señaló Colin N. Waters, geólogo y presidente del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno, el panel que ha estado deliberando sobre este tema desde 2009. El último siglo ha cambiado por completo esa mentalidad, comentó Waters. “Ha sido un evento impactante, casi como si un asteroide hubiera alcanzado el planeta”.
Los integrantes del grupo de trabajo terminaron la primera de una serie de votaciones internas acerca de algunos detalles, como, por ejemplo, de cuándo creen ellos que comenzó el Antropoceno con exactitud. Cuando terminen estas votaciones, que podría ser para la primavera, el panel presentará su propuesta final a otros tres comités de geólogos cuyos votos harán que el Antropoceno se oficialice o se deseche.
Es necesario que el 60 por ciento de cada comité apruebe la propuesta del grupo para pasar a la siguiente etapa. Si reprueba en alguno de ellos, es posible que no vuelva a haber otra oportunidad de ratificar el Antropoceno en muchos años.
Pero si logra pasar, la línea de tiempo modificada de la geología reconocería de manera oficial que el impacto de la especie humana sobre el planeta habría tenido tantas consecuencias que se cerraría el capítulo anterior de la historia de la Tierra. Confirmaría que estos efectos serán visibles en las rocas durante milenios.
“Yo enseño la historia de las ciencias, como Copérnico, Kepler, Galileo”, comentó Francine McCarthy, científica de la Tierra en la Universidad Brock, en Canadá, e integrante del grupo de trabajo. “En realidad estamos en ello”, señaló. “Estamos viviendo la historia de la ciencia”.
Sin embargo, pese a que todos tenemos una experiencia directa con ella, o tal vez por eso, hay muchas críticas contra la era del Antropoceno.
Stanley C. Finney, secretario general de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas, teme que el Antropoceno se haya convertido en un camino para que los geólogos hagan una “declaración política”.
Finney señala que, dentro de la enorme inmensidad del tiempo geológico, el Antropoceno sería un parpadeo de un pequeñísimo parpadeo. Otras unidades de tiempo geológico son útiles porque orientan a los científicos en los tramos de las profundidades del tiempo que no dejaron registros escritos y pocas observaciones científicas. Por el contrario, el Antropoceno sería una era de la historia de la Tierra que los seres humanos ya han estado documentando mucho.
“Para hablar de la transformación del ser humano no necesitamos esas terminologías, tenemos años exactos”, señaló Finney, cuyo comité sería el último en votar sobre la propuesta del grupo de trabajo si llega a esa etapa.
Martin J. Head, un miembro del grupo de trabajo y científico de la Tierra de la Universidad Brock, sostiene que negarse a reconocer el Antropoceno también tendría repercusiones políticas.
“La gente diría: ‘Bueno, entonces, ¿eso implica que la comunidad geológica está negando que hemos transformado el planeta de manera drástica?”, comentó. “Cualquiera que sea nuestra decisión, tendríamos que justificarla”.
Philip L. Gibbard, un geólogo de la Universidad de Cambridge, es secretario general de otro de los comités que votarán sobre la propuesta del grupo de trabajo. A él le inquieta mucho la manera en que la propuesta se está conformado y cree que estas inquietud es compartida por la comunidad geológica en general.
“No le será fácil”, afirmó.
Un asunto complicado
Al igual que los zoólogos que deciden el nombre de las especies de los animales o que los astrónomos que determinan qué se considera un planeta, los medidores de tiempo de la geología, por definición, trabajan en forma prudente. Establecen clasificaciones que aparecerán en los estudios académicos, los museos y los libros de texto de las próximas generaciones.
“Todos critican al Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno porque se ha tardado mucho”, señaló Lucy E. Edwards, una científica jubilada del Servicio Geológico de Estados Unidos. “En el tiempo geológico, esto no es tanto”.
Nunca ha sido fácil marcar líneas en el tiempo de la Tierra. El registro de rocas está lleno de lagunas, es “un rompecabezas al que le faltan muchas piezas”, como dice Gibbard. Además, la mayor parte de los cambios a nivel global suceden de manera paulatina, lo cual hace que sea complicado identificar cuándo terminó un capítulo y comenzó el siguiente. No ha habido muchos momentos en que todo el planeta haya cambiado al mismo tiempo.
“Si un meteoro cae en la península de Yucatán, es un muy buen indicador”, explicó Edwards. “Pero aparte de eso, prácticamente no hay nada en el mundo geológico que sea la mejor línea”.
En el periodo Cámbrico, hace aproximadamente 540 millones de años, floreció la Tierra con una asombrosa diversidad de vida animal, pero a lo largo de varias décadas se ha debatido su punto de partida exacto. En 2009, una larga controversia dio lugar a un nuevo diseño de nuestro periodo geológico actual, el Cuaternario.
“Es un asunto complicado y polémico”, comentó Jan A. Zalasiewics, un geólogo de la Universidad de Leicester. “Y, desde luego, el Antropoceno aporta toda una nueva variedad de dimensiones a la complejidad y la polémica”.
La huella del ser humano
El Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno debatió una década —en correos electrónicos, artículos académicos y reuniones en Londres, Berlín, Oslo y más allá— para concretar un aspecto fundamental de su propuesta.
En una votación de 29 a 4 en 2019, el grupo aceptó proponer que el Antropoceno comenzó a mediados del siglo XX, que es cuando las poblaciones humanas, la actividad económica y las emisiones de gases de efecto invernadero comenzaron a disparase en todo el mundo y a dejar huellas indelebles: isótopos de plutonio de las explosiones nucleares, nitrógeno de los fertilizantes, ceniza de las centrales eléctricas.
Al igual que casi todos los demás intervalos del tiempo geológico, el Antropoceno tiene que ser definido por una ubicación física específica conocida como “espiga dorada”, donde el registro de las rocas lo separa claramente del intervalo anterior a él.
Después de una búsqueda de años, este grupo de trabajo terminó su votación de nueve ubicaciones candidatas para el Antropoceno. Estas representan la variedad de entornos en los que se han grabado los impactos del ser humano: una turbera en Polonia, el hielo de la península Antártica, una bahía de Japón, un arrecife de coral cerca de la costa de Luisiana.
Hay muchos investigadores que siguen sin estar seguros de que sea razonable la fecha de mediados del siglo XX. Es demasiado reciente, sobre todo para los arqueólogos y los antropólogos que tendrían que comenzar a referirse a los artefactos de la Segunda Guerra Mundial como “anteriores al Antropoceno”.
Además, a muchos científicos les parece aberrante o al menos fuera de lugar usar a las bombas atómicas para marcar un intervalo geológico. Los radionúclidos son un marcador global práctico, pero no dicen nada sobre el cambio climático ni sobre ningún otro impacto provocado por el ser humano, comentó Erle C. Ellis, un científico ambiental de la Universidad de Maryland en el condado de Baltimore.
Tal vez ayude usar la Revolución Industrial, pero esa definición también dejaría fuera miles de años de cambios de deformación planetaria derivados de la agricultura y la deforestación.
Llamado de atención
Canonizar el Antropoceno es un llamado de atención, comentó Naomi Oreskes, integrante del grupo de trabajo. Tanto para la geología como para el mundo en general.
“Crecí en una generación en la que nos enseñaron que la geología terminaba cuando aparecía la gente”, señaló Oreskes, quien es historiadora de las ciencias en la Universidad de Harvard. El Antropoceno anuncia que “en realidad, el impacto del ser humano es parte de la geología como ciencia”, explicó. Exige que reconozcamos que nuestra influencia sobre el planeta no es solo a nivel superficial.
Pero Gibbard, de la Universidad de Cambridge, teme que, al tratar de añadir el Antropoceno a la escala del tiempo geológico, tal vez el grupo de trabajo en realidad esté reduciendo la trascendencia del concepto. Las estrictas reglas de la línea de tiempo obligan al grupo a imponer un solo punto de inicio en una inmensa historia que se ha desenvuelto durante diferentes momentos en diferentes lugares.
Gibbard y otros investigadores sostienen que el Antropoceno amerita una etiqueta geológica más flexible: evento. Los eventos no aparecen en la línea de tiempo ni los regula ninguna burocracia de científicos, pero han transformado el planeta.