Varios institutos realizaron encuestas a pie de urna y la televisión pública anunció que el presidente actual, ante tres rivales casi desconocidos, contaría con más del 80% de los sufragios.
La Comisión Electoral Central anunció que la participación fue del 86,75%, si bien en la capital, Minsk, el porcentaje descendió hasta el 73,33%.
Lukashenko buscaba un elevado porcentaje de participación para que el escrutinio fuera reconocido por los occidentales, a pesar de los llamados de la oposición a que se mantengan las sanciones contra el país y cierta laxitud por parte de los electores.
La votación contó con observadores de la OSCE, pero los opositores consideran que el presidente ya hizo trampas en el juego impidiendo a sus dirigentes presentarse a las elecciones.
La importancia de estos comicios no despertaba expectativas por el resultado sino porque pesarán en la decisión que la Unión Europea (UE) tome sobre las sanciones impuestas en 2011 a Minsk, a raíz de la violenta represión consecutiva a la polémica reelección de Lukashenko en 2010.
La campaña se desarrolló en medio de una crisis económica en esta ex república soviética de 9,5 millones de habitantes.
Tatiana Korokevich, de 38 años, fue la única candidata opositora que esbozó una campaña electoral, reuniéndose con votantes y concediendo entrevistas.