Experto en armas de fuego, sabía disparar desde los 14 años y cometió su primer homicidio a los 18 años.
Apodado “Diabolik”, por el nombre de un criminal protagonista de una famosa tira cómica italiana, era ahora el líder indiscutible de la temida mafia siciliana Cosa Nostra, especializada en el millonario tráfico de drogas, pero con tentáculos también en el sector inmobiliario, la energía eólica y las apuestas online.
Nacido el 26 de abril de 1962 en Castelvetrano, en el suroeste de Sicilia, desde la infancia formaba parte de la organización gracias a su padre, Don Ciccio, líder del clan local.
EN ESTE MOMENTO
Líder de la nueva generación que relevó a los viejos padrinos, el “príncipe de Trapani”, como lo solían llamar, tenía una verdadera pasión por los coches de lujo, las mujeres y los relojes de oro.
Amante de los juegos electrónicos, sus adeptos lo veneraban como a un dios pese a su estilo despiadado demostrado en los años 90, cuando ordenó la matanza de los jueces antimafia Falcone y Borsellino y ordenó una serie de atentados en Roma, Milán y Florencia.
En 1989 comenzaron sus primeros problemas con la ley, cuando fue acusado de asociación mafiosa por su participación en la cruenta lucha entre dos clanes rivales.
Líder invisible de una organización poderosa
Ese año fue acusado de haber ordenado el asesinato de Nicola Consales, un hotelero que lamentaba que sus empleados mantuvieran conexiones con la mafia, entre ellos nada menos que la amante de Diabolik.
Como líder del llamado clan Castelvetrano firmó la alianza con el famoso clan de los Corleonesi, inmortalizado en el filme “El Padrino”, y se convirtió entre los herederos del temido “capo de todos los capos” Toto Riini, “La Bestia”, capturado en 1993 y fallecido en el 2017.
En julio de 1992 participó en el asesinato de Mincenzo Milazzo, jefe del clan Alcamo y llegó a estrangular a su pareja, que estaba embarazada de tres meses, alimentando su fama de líder cruel.
Después de la detención de Toto Riina, Messina Denaro lideró la estrategia del terror, apoyó la organización de los atentados en Florencia, Milán y Roma, fuera de Sicilia, que dejaron un total de diez muertos y un centenar de heridos.
A mediados de 1993 optó por desaparecer, se convirtió en el líder invisible de una organización criminal millonaria y su aspecto era desconocido para la mayoría de los italianos.
Acusado de asociación mafiosa, homicidio, tenencia de explosivos, hurto y otros delitos, ha recibido condenas por mafia, atentados y una cincuentena de homicidios.
Entre 1994 y 1996 los testimonios de varios arrepentidos permitieron arrojar luz sobre su papel dentro de la Cosa Nostra.
En 2000, tras el maxi-juicio contra la mafia llamado “Omega” y celebrado en Trapani, fue condenado en rebeldía a cadena perpetua.
Fue uno de los organizadores en 1993 del secuestro del pequeño Giuseppe Di Matteo para obligar a su padre Santino a retractarse de su testimonio sobre el asesinato del juez Falcone.
Después de 779 días de detención, el niño fue estrangulado y su cuerpo fue disuelto en ácido, uno de los crímenes más horribles de su larga carrera.
Durante sus años como prófugo, comunicaba con el seudónimo de “Alessio” a través de los famosos “pizzini”, los mensajes escritos en pequeños papeles y fácilmente ocultables.
En 2010, la revista Forbes lo incluyó en la lista de los diez fugitivos más peligrosos del mundo.
Sus años como fugitivo estuvieron marcados por los rumores. Se sostiene que fue sometido a operación de cirugía plástica para dejarlo irreconocible.