“Ríndase ante todo este pueblo. Esta no es una mesa de diálogo, esta es una mesa para negociar su salida y usted lo sabe”, continuó Lesther Alemán con voz potente e inquebrantable.
Alemán es un destacado líder y estudiante estrella de la Universidad Centroamericana, que junto a otros universitarios promueve y lidera una protesta que ha puesto en vilo al gobierno de Daniel Ortega y a su esposa, Rosario Murillo.
La crisis estalló hace casi un mes, y los disturbios han dejado más de medio centenar de muertos y cientos de comercios destruidos y saqueados.
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Los halagos no se hicieron esperar en las redes sociales, pero también las advertencias y recomendaciones sobre la represión y eco que puedan tener sus palabras, dirigidas contra uno de los hombres acusados de controlar todas las instituciones y entidades gubernamentales del país.
A continuación se trascribe el discurso del líder estudiantil nicaragüense al dirigirse al presidente Ortega, y a quien interrumpió durante su intervención.
Por 12 años lo hemos escuchado, presidente. Conocemos la historia y no la queremos repetir. Usted sabe lo que es el pueblo, dónde radica el poder, en el pueblo.
Estamos aquí y hemos aceptado estar aquí en la mesa con todo el debido respeto de ustedes, para exigirle ahorita mismo que ordene el cese inmediato de los ataques que están cometiendo en nuestro país.
Ahora, si aquí hubiese un ministro de gobernación, lo denunciamos a él. Pero usted es el jefe supremo de la Policía Nacional y del ejército de Nicaragua.
Por ello le pedimos que ahorita mismo ordene el cese a esos ataques, represión y asesinatos de las fuerzas paramilitares, de las turbas adeptas al Gobierno.
Ahora, usted sabe muy bien el dolor que hemos vivido en 28 días. Pueden dormirse todos tranquilos, nosotros no hemos dormido tranquilos: estamos siendo perseguidos, somos estudiantes.
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Y ¿por qué estoy hablando y por qué me salto la palabra suya? Porque nosotros hemos puesto los muertos, nosotros hemos puesto los desaparecidos, los que están secuestrados; nosotros los hemos puesto.
Hoy nosotros le pedimos. Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida, y lo sabe muy bien, porque el pueblo es lo que ha solicitado.
Aquí está todo ese sector clamándole a usted como jefe de la Policía que ordene el cese al fuego inmediato, inmediato.
Monseñor Álvarez lo vivió y lo siguen viviendo muchos sacerdotes.
¿A quién le podemos pedir? ¿Hay otra persona a quien yo le pueda pedir que ordene ese cese? Porque si estuviera en mis manos, le digo que el 18 no lo hubiese permitido.
¡Un mes! Usted ha desbaratado el país, Somoza le costó muchos años y usted lo sabe muy bien, nosotros conocemos la hostoria, pero usted en menos de un mes ha hecho cosas que nunca lo imaginamos y que muchos han sido defraudados por eso, por esos ideales que no se han cumplido esas cuatro letras que le juraron a esta patria ser libre y hoy seguimos como esclavos.
Hoy seguimos sometidos, hoy seguimos marginados, hoy estamos siendo maltratados. ¡Cuántas madres están llorando a sus hijos, señor!
Vicepresidenta, usted es madre y lo sabe muy bien, el dolor. Porque hablar a las 12 del mediodía, todos los días, no nos va a atacar.
El pueblo está en las calles, nosotros estamos en esta mesa exigiéndole el cese a la represión.
Sepa esto: ¡Ríndase ante todo este pueblo! Pueden reírse, pueden hacer las caras que quieran, pero se lo pedimos, que ordene el cese al fuego ahorita mismo, liberación de nuestros presos políticos.
No podemos negociar con un asesino porque lo que se ha cometido en ese país es un genocidio y así se le ha calificado.
Después de finalizar su discurso, Alemán, que portaba una bandera al cuello, se desplomó entre lágrimas y fue consolado por sus compañeros.
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