Investigadores federales indicaron que los atacantes tenían como objetivo datos corporativos mal protegidos en lugar de tomar el control directo del oleoducto, que transporta casi la mitad del combustible de aviación y motores que se consume en el noreste de Estados Unidos y gran parte del sur.
El operador, Colonial Pipeline, detuvo los envíos al parecer como medida de precaución para evitar que los piratas informáticos tomaran medidas adicionales, como apagar o dañar el sistema en caso de que hubieran robado información altamente confidencial de las computadoras corporativas.
Colonial indicó que reactivaría el servicio en segmentos del ducto “de forma escalonada” y consultando con el Departamento de Energía. Dijo que el objetivo de su plan era “restaurar sustancialmente el servicio operacional para el final de la semana”. La empresa advirtió, no obstante, que “esta situación sigue en flujo y continúa evolucionando”.
El ataque, realizado según la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) por un grupo de crimen organizado llamado DarkSide, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sistema de energía estadounidense.
Parte de esa vulnerabilidad refleja el papel que Texas ha adquirido al satisfacer la demanda nacional de petróleo y gas en los últimos 15 años, lo que ha llevado al noreste a depender de un anticuado sistema de tuberías para transportar el combustible en lugar de refinar localmente el combustible importado. No se han registrado largas colas en las gasolineras desde el cierre del oleoducto y, debido a que muchos comerciantes esperaban que la interrupción fuera breve, la reacción del mercado fue discreta. A nivel nacional, el precio de la gasolina regular subió solo medio centavo a 2,97 dólares el lunes frente al domingo, a pesar de que la compañía no contaba con un cronograma para reactivar el gasoducto. Los precios del estado de Nueva York se mantuvieron estables en 3 dólares el galón, según la Asociación Estadounidense del Automóvil (AAA, por su sigla en inglés).
“Será inconveniente, potencialmente”, dijo Ed Hirs, economista de energía en la Universidad de Houston. “Pero no es un gran problema porque en el noreste hay almacenamiento y todas las empresas grandes de petróleo y gasolina pueden redirigir las cargas marítimas del producto refinado cuando se requiera”.
¿Qué es el Colonial Pipeline?
El oleoducto conocido como Colonial Pipeline tiene su sede en Alpharetta, Georgia y es uno de los más extensos de Estados Unidos. Puede transportar alrededor de tres millones de barriles de combustible al día a través de 8850 kilómetros de Houston a Nueva York. Da servicio a la mayoría de los estados del Sur y tiene ramificaciones de la costa Atlántica a Tennessee.
Algunas de las mayores petroleras, entre ellas Phillips Petroleum, Sinclair Pipeline y Continental Oil, se unieron para empezar la construcción del oleoducto en 1961. Era una era en la que crecían con rapidez los viajes por carretera y en avión a larga distancia. Hoy el oleoducto Colonial, que es privado, pertenece a Royal Dutch Shell, Koch Industries y varias firmas de inversión extranjeras y estadounidenses.
Es crítico en particular para el funcionamiento de muchos aeropuertos del este de Estados Unidos, que por lo general cuentan con suficiente suministro para tres a cinco días de operación.
¿Por qué la costa Atlántica depende tanto de un oleoducto?
Hay muchas razones, entre ellas las restricciones regulatorias a la construcción de oleoductos, que datan de hace casi un siglo. También hay restricciones al uso de buques extranjeros para transportar productos entre puertos estadounidenses así como al transporte terrestre de combustible.
Pero el motivo principal es más local. En las últimas dos décadas, al menos seis refinerías han cerrado en Nueva Jersey, Pennsylvania y Virginia, lo que ha reducido la cantidad de crudo que se procesa en la región en más de la mitad, de 1.549.000 barriles semanales a 715.000.
“Esas refinerías simplemente no podían hacer dinero”, dijo Tom Kloza, líder global de análisis energético de Oil Price Information Service.
La razón de su decadencia es la “independencia energética” que ha sido un objetivo de la Casa Blanca desde el gobierno de Richard Nixon. Dado que la exploración y producción de esquisto se dispararon a partir de 2005, las refinerías de la costa del Golfo han tenido acceso fácil al gas natural y al petróleo producido en Texas.
Eso les dio una enorme ventaja competitiva por frente a las refinerías de la costa este que importaban gasolina del exterior o por ferrocarril desde Dakota del Norte una vez que se disparó el auge del esquisto. Al cerrar las refinerías locales, la Colonial fue adquiriendo importancia como conducto de las refinerías de Texas y Luisiana.
El medio oeste cuenta con sus propios oleoductos desde la costa del Golfo, pero cuando la costa este cerraba refinerías, en los últimos 20 años el medio oeste abrió algunas plantas nuevas y expandió otras para procesar petróleo canadiense, en gran parte procedente de las arenas petrolíferas de Alberta. California y el noroeste del Pacífico tienen suficientes refinerías para procesar el crudo que se produce en California y Alaska, así como en Sudamérica.
¿Cuán serio es el problema en este momento?
No tanto. El sistema de abastecimiento del noreste es flexible y resiliente.
Muchos huracanes han dañado tuberías y refinerías en la costa del Golfo antes, y la costa Este se las arregló. El gobierno federal de Estados Unidos almacena millones de galones de petróleo crudo y productos refinados para emergencias. Las refinerías pueden importar petróleo de Europa, Canadá y Sudamérica, aunque la carga transatlántica tarde hasta dos semanas en llegar.
Cuando el huracán Harvey azotó Texas en 2017 y dañó a las refinerías, se suspendieron los envíos al noreste por el Colonial Pipeline durante casi dos semanas. Los precios de gasolina en el puerto de Nueva York rápidamente aumentaron más de 25 por ciento y los costos añadidos los pagaron los motoristas. Los precios tardaron más de un mes en volver a los niveles anteriores.
¿Cuál es la mayor amenaza?
El ataque cibernético a un oleoducto crucial, aunque no es un problema importante para los automovilistas, es una señal de los tiempos. Los grupos criminales y hasta los países pueden ser una amenaza para las líneas eléctricas, la información personal e incluso los bancos.
El grupo responsable del ataque a la tubería, DarkSide, suele bloquear los datos de sus víctimas mediante cifrado y amenaza con liberarlos a menos que se pague un rescate. Colonial Pipeline no ha dicho si ha pagado o tiene la intención de pagar un rescate.
“La desafortunada verdad es que la infraestructura actual es tan vulnerable que casi cualquier persona que quiera ingresar puede lograrlo”, dijo Dan Schiappa, director de producto de Sophos, una empresa británica de software y hardware de seguridad. “La infraestructura es un objetivo fácil y lucrativo para los atacantes”.