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Tras una manifestación gigante hace una semana, luego de la peor represión política desde la retrocesión en 1997 de la excolonia británica a China, los hongkoneses hicieron este domingo 16 de junio una nueva demostración de fuerza.
El inmenso cortejo de manifestantes desfiló por el corazón de la ciudad lleno de rascacielos, ocupando las cuatro avenidas principales.
Más que nunca, están decididos a defender sus libertades.
Algunos llevan cintas blancas en homenaje a un militante muerto el sábado al caerse del techo de un centro comercial en el que había desplegado una bandera.
Otros enarbolan fotos de los enfrentamientos del miércoles entre los policía antimotines y jóvenes manifestantes. “Policía de Hong Kong, debes protegernos, no dispararnos”, se puede leer en una pancarta.
La jefa del poder ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, suspendió el sábado el muy controvertido proyecto de ley para autorizar las extradiciones a China, denunciado desde hace meses por la oposición así como también por un amplio abanico de la sociedad.
Pero los opositores no se conforman con esto.
“Queremos la retirada” definitiva del texto, exige Angel, una estudiante de enfermería de 21 años.
“Si esta ley termina por pasar, ya no tendremos futuro”, teme por su parte Lee, de 40 años, que se oculta tras una pancarta en la que se lee: “Carrie Lam, renuncia-vuelve a tu casa”.
Como todos los manifestantes interrogados, la joven se niega a dar su nombre completo.
Rechazo
En virtud del principio “Un país, dos sistemas” que rigió en la retrocesión, Hong Kong disfruta en los papeles derechos desconocidos en el resto de China, entre ellos la libertad de expresión y de manifestación. Esta situación se mantendrá hasta 2047.
Pero, cada vez son más los hongkoneses que consideran que China está negando el acuerdo concluido con el Reino Unido en complicidad con el gobierno local. Temen perder sus libertades mucho antes del plazo impuesto de 50 años.
“Es demasiado pronto para hacer cambios de este tipo”, estima Cheung, de 30 años, en referencia a las temidas extradiciones. “Una vez que se vote esta ley, ya no podremos disfrutar de las mismas libertades que hoy en día”, teme el manifestante, con adhesivos que dicen “No a la ley de extradición” y “Libertad de prensa” pegados en su camiseta negra.
El retroceso del gobierno proPekín, que ha logrado desde hace algunos años frenar las reivindicaciones de los militantes demócratas, constituye sin embargo un hecho raro.
La última vez que los manifestantes habían forzado al gobierno a una marcha atrás de este tipo se remonta a 2012, cuando el gobierno había buscado sin éxito imponer en las escuelas un programa escolar “nacional y moral” con loas al comunismo y al nacionalismo chinos.
“La intromisión china en Hong Kong es cada vez más grande y Carrie Lam no protege a sus ciudadanos”, lamenta Alice, una ama de casa de 44 años.
Más allá de la ley de extradición, el movimiento de protesta expresa un resentimiento contra las autoridades que viene desde el fracaso de la “revolución de los paraguas”, en 2014.
Decenas de miles de personas exigieron en vano en aquella oportunidad la elección del jefe de gobierno por sufragio universal. El contragolpe desde entonces fue duro. El ministerio de Justicia ha perseguido a militantes, algunos de los cuales purgan penas de prisión. A otros se les prohibió presentarse a elecciones o fueron descalificados en el Parlamento.
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