De esas 21 reservas, hay 13 que experimentaron en el período de análisis fuertes declives en sus niveles de agua.
Estos acuíferos subterráneos suministran el 35% del agua usada por los seres humanos, por lo que la situación “es bastante crítica”, en palabras de Jay Famiglietti, científico de la NASA e investigador de la Universidad de California.
“Dada la rapidez con la que estamos consumiendo las reservas mundiales de agua subterránea, necesitamos un esfuerzo global coordinado para determinar la cantidad que queda”, advirtió.
Gracias a los datos de los satélites Grace de la NASA, que captaron los cambios en los niveles de agua de los acuíferos entre 2003 y 2013, los científicos han descubierto que las reservas en peor situación están en regiones pobres y muy pobladas, como el noroeste de la India, Pakistán y el norte de África.
Y los expertos alertan de que el cambio climático y el crecimiento de la población contribuirán a empeoran todavía más la situación de estos acuíferos subterráneos.
El ejemplo es el estado de California, EE. UU. golpeado por la sequía y que está obteniendo ahora el 60% del agua que necesita de reservas subterráneas frente al promedio del 40%.
Sequía, advertencia para todos
En tanto organizaciones del mundo se suman a la advertencia de que la sequía puede poner en serios aprietos hasta a los estados más ricos, como lo demuestra el caso de California en Estados Unidos, donde expertos consultados en Roma, Italia, echan en falta una gestión “más proactiva” para reducir los efectos negativos.
Frente a las tesis del Banco Mundial y otras organizaciones, que hasta hace poco sostenían que el desarrollo era suficiente para gestionar la sequía, lo sucedido en California “ha demostrado de algún modo lo contrario”, dijo el responsable de Recursos Hídricos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, Mohamed Bazza.
En Estados Unidos cada estado es libre de implantar su propia estrategia de gestión ante ese problema, algo de lo que carecía California, sumida ahora en su cuarto año de sequía extrema y obligada a adoptar drásticas medidas limitando el consumo de agua.
“Cuanto más desarrollado es un país, más preparado se encuentra frente a la sequía, pero eso no quiere decir que esté completamente protegido”, destacó Bazza.
El especialista defendió que para aumentar dicha protección es necesario, además, contar con un plan de acción antes, durante y después de la sequía, el cual de cierta manera también puede servir para la adaptación al cambio climático.
La ONU apoya la gestión nacional de la sequía, incidiendo en la protección y recuperación frente a ese fenómeno entendido como la escasez de agua en comparación con la que habría en circunstancias normales.
Bazza señaló que, a diferencia de la actitud tradicional de los gobiernos, que esperaban a que la sequía alcanzase su pico para ayudar a la población afectada, es recomendable un modelo “proactivo” que prepare a todos los sectores y niveles de la sociedad ante los posibles daños.
“Es como prepararse para la guerra en tiempos de paz”, dijo el responsable de la FAO.
Aseveró que con ese plan el impacto de la sequía se elimina y si solo disminuye en parte, la respuesta de emergencia “será mínima comparado con la que hubiera sido una actuación normal”, al tiempo que se mejora la resistencia a largo plazo.
Se trata de evitar a toda costa daños como la caída de la producción de alimentos, la muerte de animales o los menores ingresos de los agricultores.
Y de frenar otros efectos menos visibles a primera vista, pero nada desdeñables, como las enfermedades que se pueden propagar entre la población, las migraciones de personas de un país en sequía a otro, o las muertes que lentamente se producen por desnutrición.
En esta lucha contra la sequía, los países en desarrollo parten en desventaja por la falta de capacidad para implantar determinados planes y de colaboración entre sectores.
El caso de México
No obstante, Bazza reconoció que los hay que están invirtiendo para revertir esa situación y citó el caso de México, cuyo presidente Enrique Peña Nieto ya lanzó en el 2013 un plan contra la sequía.
Mientras, personas de unos 70 países han recibido entrenamiento de la FAO y otras organizaciones para afrontar el problema. “Ninguna región del mundo está libre de los efectos de la sequía”, afirmó el experto, que citó los casos graves del Cuerno de África, la India, partes de China, Corea del Norte, Oriente Próximo y Pakistán.
Otro especialista de la FAO, Óscar Rojas, insistió en estudiar bien cada ejemplo antes de declarar una sequía.
Rojas, que trabaja con un sistema satelital de sensores remotos para identificar en qué partes del mundo los cultivos sufren estrés por la escasez de agua, subrayó que a veces los datos obtenidos sirven para observar un inicio tardío de las precipitaciones, si bien hay que esperar a que se confirme la situación de sequía.
“Las alertas tempranas se crearon para evitar las falsas alertas que lanzaban antes los gobiernos, que decían que sufrían grandes sequías cuando en verdad buscaban ayudas” económicas, aseguró Rojas.
En cualquier caso, compartió la inquietud de los agricultores locales cuando su trabajo depende de unas aguas que no llegan.
Consideró que para comprobar la incidencia del cambio climático se necesitan más años de estudio y, según mira a la serie histórica, matizó que por ahora las mayores sequías registradas a nivel global, como la del Sahel, datan de finales de los 80 e inicios de los 90.