Además, señalaron que presentaba un “infiltrado pulmonar que ocurre cuando los pulmones se inflaman y contienen líquidos o bacterias” y su nivel de oxigenación bajó hasta un 80%. La enfermedad llega a considerarse como grave cuando estos niveles bajan del 90%.
Aunque la Casa Blanca reconoció que la hospitalización del entonces presidente era de manera preventiva, las fuentes citadas por NYT afirman que su condición en ese entonces era más preocupante.
El pasado 2 de octubre, Trump tuvo problemas para respirar y fiebre, ese día fue llevado al hospital y se sometió a tratamientos que indicaban que su condición era grave, señalaron.
Estos nuevos detalles permiten entender la motivación de la Casa Blanca por darle acceso especial a un medicamento que aún no estaba aprobado para combatir el virus.
La versión púbica de la Casa Blanca y del Dr. Sean P. Conley, a cargo del entonces mandatario siempre se mantuvo optimista, señalaban que se encontraba recibiendo tratamiento y que monitoreaban su condición a través de radiografías y tomografías computarizadas.
El día que Donald Trump salió en uno de los balcones de la Casa Blanca y saludó a su helicóptero, los médicos se dieron cuenta que el mandatario utilizó los músculos de su cuello para poder respirar, señal de que aún no se encontraba totalmente recuperado.