Teniendo en cuenta su complicado sistema de asambleas partidistas, tan complejo que sus reglas abarcan 51 páginas, ganar el estado y la mayor proporción de delegados requiere un grado mayor de organización y de movilización de votantes que en la mayoría de los demás estados.
Y pese a todo el entusiasmo suscitado por el senador independiente de Vermont Bernie Sanders y por la anticipación creada por la posibilidad de que el vicepresidente Joe Biden entre en la puja, es Clinton con su campaña la mejor preparada para ganar cuando decidan en febrero las asambleas partidarias en Nevada.
Clinton instaló personal en Nevada hace seis meses y ahora cuenta con 22 agentes pagos en el estado.
Estos han reclutado a más de 3 mil voluntarios que han efectuado actos en pueblos remotos en el desierto como también en los centros urbanos.
Clinton ha procurado atraer a los inmigrantes y anunció su política inmigratoria en una escuela secundaria de Las Vegas hace algunos meses.
Billy Vassiliadis, un veterano estratega demócrata en Nevada, dijo que la movilización de Clinton en el estado “será un desafío que no creo un Sanders pueda superar ni tampoco Joe” .
Mientras tanto, Sanders tiene un solo agente pago en el estado que llegó hace menos de dos semanas. Biden todavía no ha decidido si se postulará y no tiene ninguna operación formal.
Ninguno de los otros precandidatos con quienes Clinton debatirá este martes por la noche —el exgobernador de Maryland Martin O’Malley, el exsenador de Rhode Island Lincoln Chaffee y el exsenador de Virginia Jim Webb— tiene una organización que pueda competir con la de Clinton.
Las diferencias en la solidez estructural de las campañas se evidenciaron este fin de semana. Mientras el agente de Sanders mantuvo su primera reunión con cientos de voluntarios en un colegio comunitario el sábado, la campaña de Clinton trajo al representante Joaquín Castro, de Texas, a Las Vegas y al exjugador de la NBA Jason Collins a Reno para saludar a los voluntarios y personal que trabajan desde hace meses.