“A diferencia de los países europeos, la entrada a Estados Unidos es una certeza, así que yo me vine para acá”, nos comentó una tarde reciente Sekuba Keita, de 30 años, quien estuvo en un centro para migrantes en San Diego tras una odisea por aire a Turquía, Colombia, El Salvador y Nicaragua, y luego por tierra hasta la frontera de México con Estados Unidos.
Keita, quien se comunicaba en francés, se encontraba en una estación de carga para teléfonos celulares de ese centro entre decenas de africanos de Angola, Mauritania, Senegal y otros lugares que habían pensado lo mismo.
Aunque los migrantes de los países africanos todavía representan un pequeño porcentaje de las personas que cruzan la frontera sur de Estados Unidos, sus cifras han ido en aumento conforme las redes de traficantes de personas en el continente americano abren nuevos mercados y capitalizan la creciente actitud antinmigrante en algunas partes de Europa.
Desde siempre, la cantidad de migrantes de los 54 países africanos ha sido tan poca que las autoridades de Estados Unidos los habían clasificado como “otro”, una categoría que se ha incrementado de manera exponencial, lo que, según las autoridades, se debe a que últimamente está aumentando con rapidez el número de personas procedentes de aquel continente.
De acuerdo con datos obtenidos por The New York Times, el número de africanos arrestados en la frontera sur pasó de 13.406 en 2022 a 58.462 en el año fiscal de 2023. Los principales países africanos de procedencia en 2023 fueron Mauritania, con 15.263; Senegal, con 13.526; y Angola y Guinea, con más de 4000 cada uno.
Las organizaciones sin fines de lucro que trabajan en la frontera señalaron que esta tendencia ha continuado y que tanto la cifra absoluta como el porcentaje de migrantes procedentes de África han aumentado en los últimos meses conforme se reducen los posibles destinos en Europa.
“Hay países que cada vez son menos hospitalarios”, comentó Camille Le Coz, analista principal de políticas en el Instituto de Política Migratoria de Europa. “Si se abren nuevas rutas, la gente va a migrar porque en sus países las oportunidades económicas son insuficientes”.
De acuerdo con Naciones Unidas, en todo el mundo hay una cantidad sin precedentes de personas en movimiento, las cuales van huyendo del cambio climático, de gobiernos autoritarios y de la inestabilidad económica.
El creciente número de migrantes procedentes de África ha agravado la crisis en la frontera de México con Estados Unidos, dado que estos se suman a las masas que migran hacia el norte desde Centro y Sudamérica, así como desde China, la India y otros países.
En el año fiscal de 2023, casi 2,5 millones de migrantes cruzaron la frontera de México con Estados Unidos, y cerca de 300.000 fueron procesados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en diciembre (la mayor cantidad de cualquier otro mes), lo cual hizo que los recursos llegaran a su límite. La mayoría de la gente va a solicitar asilo, lo que les permite permanecer en Estados Unidos hasta la resolución de su caso, la cual se emite algunos años después.
Aunque Estados Unidos ha incrementado los vuelos de deportación, ha tenido que seguir liberando a muchas más personas dentro del país debido a que los centros de detención de inmigrantes están llenos y las familias no pueden estar encerradas por largos periodos. Además, es muy difícil deportar a las personas a países de Asia y África por la distancia tan larga y la falta de aprobación de muchas naciones.
La inmigración ha causado inquietud en muchos países del otro lado del Atlántico. En algunas elecciones nacionales del año pasado, la más reciente en los Países Bajos, se impusieron candidatos de derecha que tienen una plataforma antinmigración. Francia, Alemania y España han llegado a acuerdos con Túnez y Marruecos para que intercepten a los migrantes que transitan a través de ellos. Y el 20 de diciembre, la Unión Europea firmó un pacto para facilitar la deportación de solicitantes de asilo y restringir la migración a ese bloque.
Los migrantes que van hacia Estados Unidos comparten consejos e historias de éxito en las redes sociales. Asimismo, traficantes que se hacen pasar por guías de turistas ofrecen sus servicios. Los amigos y familiares comunican que obtienen permisos para trabajar en Estados Unidos después de presentar solicitudes de asilo y, aunque es poco probable que los migrantes ganen su caso, la resolución por lo general tarda años debido al gran rezago que hay en los tribunales de inmigración.
“Anteriormente, la migración a través de la frontera estadounidense era algo muy enigmático para la gente”, mencionó John Modlin, el jefe de la Patrulla Fronteriza en el sector de Tucson, Arizona, en el cual se ha estado viendo una gran cantidad de africanos que cruzan en zonas apartadas.
“El mayor peligro en estos momentos es el alcance que las organizaciones de traficantes tienen en todo el mundo”, ayudadas por las redes sociales, explicó Modlin en una entrevista reciente.
De acuerdo con Aly Tandian, un profesor que se especializa en estudios de migración en la Universidad Gaston Berger de Senegal, señaló que la ruta desde África Occidental a través de Centroamérica surgió hace algunos años. Sin embargo, las salidas aumentaron en 2023 cuando cada vez más migrantes empezaron a volar a Nicaragua vía Marruecos y Turquía.
Mohammed Aram, de 33 años, procedente de Sudán, donde el mes de abril estalló una guerra civil, comentó que Estados Unidos era el mejor lugar para comenzar una nueva vida. “Es difícil entrar a Europa”, afirmó Aram, quien tiene pensado ir a Chicago.
Más de una docena de migrantes entrevistados para este artículo dijeron que en la frontera se habían entregado a los agentes fronterizos de Estados Unidos, quienes los mandaron en autobús a un centro de procesamiento. Ahí pasaron dos o tres noches esperando su turno para dar su información personal a las autoridades. Fueron liberados con documentos que indicaban que estaban en proceso de deportación y deben ir al tribunal en una fecha concreta en la ciudad en la que dijeron que iban a vivir.
Finalmente, los migrantes fueron liberados en el centro de San Diego, donde les proporcionaron comida y ayuda para comunicarse con amigos o familiares en todo el país, los cuales casi en todos los casos les pagaron los boletos de avión hacia su destino en Estados Unidos.
Al haber logrado llegar a Estados Unidos, muchos manifestaron su optimismo de comenzar desde cero en distintas ciudades del país. Pero algunos de los que viajaron a Estados Unidos dijeron que en las redes sociales se había omitido mencionar los peligros que podrían enfrentar en su trayecto, sobre todo en Centroamérica y México.
Paulo Kando, de 20 años, y M’bome Joao, de 22, ambos originarios de Angola, un país petrolero en la costa de África Occidental, comentaron que unos asaltantes les habían robado sus teléfonos celulares y todo su dinero en la frontera de México con Guatemala. Con el propósito de ganar algunos pesos, consiguieron trabajo en México apilando carbón en carretas. Para cuando llegaron a California, no tenían nada más que la ropa que llevaban puesta.
Ahora se encontraban varados en San Diego. Un amigo angoleño en Portland, Oregón, les había prometido recibirlos, pero no les había contestado el teléfono y ellos no tenían dinero para pagar el boleto de autobús hasta allá. Mencionaron que no conocían a nadie más en Estados Unidos, pero que no se arrepentían de haber ido.
Kando nos dijo en portugués, su lengua natal, que su objetivo no había cambiado. “Confiamos en que Dios nos haga el milagro de que lleguemos a Portland”, añadió.