El operativo policial, denominado Oplan Tokhang, también acabó con las vidas de 168 delincuentes, además de incautarse de droga, armas de fuego y explosivos.
“Manila va a ser el escaparate del cambio que el presidente ha prometido a los filipinos y nosotros vamos a ser el instrumento” , dijo el director en funciones de la Oficina de la Policía Nacional de la Región de la Capital, Oscar Albayalde, según la agencia de noticias local PNA.
Por otro lado, 27 alcaldes y 31 policías se entregaron hoy al director de la Policía Nacional de Filipinas, Ronaldo Dela Rosa, en el cuartel general del cuerpo, Campo Crame, en Manila.
El grupo que se rindió forma parte de los 159 congresistas, alcaldes, exalcaldes, vicealcaldes, policías y militares, en activo o en el retiro, que el presidente de Filipinas acusó el fin de semana de está vinculados con el narcotráfico y les dio 24 horas para entregarse.
Esta campaña presidencial ha recibido numerosas críticas por parte de organizaciones como la ONU, tanto por la elevada cifra de muertos, más de 800 desde las elecciones presidenciales del 9 de mayo, como por lo que consideran violaciones de derechos y libertades fundamentales.
Duterte, de 71 años de edad y quien juró el cargo el 30 de junio, respondió a las críticas con que “le da igual” la cantidad de muertos porque se trata de una medida necesaria.
“Odio matar a seres humanos (…) Pero tengo que hacer algo con el crimen y las drogas” , dijo el mandatario.
Pese a la violenta campaña, Duterte mantiene su popularidad, que se sitúa en el 91 por ciento en las encuentras, la puntuación más alta recibida jamás por un jefe de Estado filipino.