El efecto ha sido inmediato: el parterre de la entrada de su casa se ha vuelto amarillo y ha dejado de proyectar esa sensación hogareña que tanto le gusta.
“En mi opinión, el césped debe ser verde”, cuenta esta mujer de cabellera rubia, que se protege del sol tras unas gafas oscuras.
La primera vez que Paula oyó hablar de la posibilidad de pintar el césped se rió, pero luego pensó que podía tratarse de una buena solución a su problema.
La fuerte sequía ha impulsado a muchos vecinos a sustituir sus edenes por cactus, agaves y otras plantas típicas de clima desértico. Para favorecer este cambio, algunas ciudades californianas como Los Ángeles incluso ofrecen incentivos a sus ciudadanos.
Las medidas del gobernador Brown también incluyen cambiar electrodomésticos viejos por modelos que ahorren, así como aumentar los precios de las facturas para desmotivar a los grandes consumidores.
El producto que se usa para pintar el césped no es tóxico, dura 12 semanas y es resistente a la lluvia -aunque esa no es precisamente la principal amenaza de los jardines californianos.
El espray tiene éxito desde que salió al mercado hace siete años, pero la sequía ha disparado los beneficios, sobre todo en los últimos 12 meses.