Los 155 parlamentarios de Syriza, formación de Tsipras, y de su socio de gobierno de derecha soberanista ANEL votaron a favor de otorgar la confianza al ejecutivo. La cámara cuenta con 300 escaños.
Toda la oposición, desde los neonazis de Amanecer Dorado a los socialistas del Pasok, votaron en contra. El rival conservador de Tsipras, Evangelos Meimarakis, justició su rechazo, al acusar al primer ministro de “estafa política” y de agravar la situación económica del país.
La votación de investidura cierra tres días de debates sin una transcendencia real, ya que el acuerdo alcanzado el 13 de julio entre Tsipras y los acreedores de Grecia (UE y FMI) define la hoja de ruta del gobierno.
Al término del debate parlamentario, el jefe de gobierno griego reafirmó que “su primer objetivo” era obtener en noviembre el visto bueno de los acreedores “para finalizar antes de finales de año la recapitalización de los bancos e iniciar las negociaciones sobre una reducción de la deuda” del país.
Las medidas previstas incluyen nuevos recortes en las pensiones, una reforma del impuesto sobre la renta y un endurecimiento de la fiscalidad, que perjudica a los agricultores.
Abandonado por el ala izquierda de Syriza tras el acuerdo de julio con los acreedores, que contradecía sus promesas de acabar con la austeridad, Tsipras dimitió el 20 de agosto para forzar nuevas elecciones que ganó el 20 de septiembre.