Hablando en una ciudad golpeada por la violencia, especialmente contra migrantes y mujeres, el pontífice pidió hacer de México “una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.
“Es importante que lo haya dicho, es un tema muy delicado (los traficantes de muerte) porque hace ver que las autoridades no están haciendo nada para que eso termine, es algo bueno y una llamada de atención al gobierno para que se ponga las pilas, qué bueno que lo diga para que el mundo se entere de lo que está pasando aquí” , dijo Alicia Tejeda, una contadora de 27 años después de escuchar la misa en Ecatepec.
La ciudad donde habló el papa está situada en una zona que es paso de emigrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos.
Cientos de fieles escucharon la misa en pantallas gigantes colocadas en los alrededores del campo, muchos de ellos sufriendo un sol inclemente después de haber pasado la gélida noche en el lugar para ver pasar a Francisco en el papamóvil.
Tentaciones
Durante la homilía en la misa, el papa advirtió sobre las tentaciones del demonio de buscar el dinero, la fama y el poder.
“Hermanas y hermanos, metámonoslo en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar porque nos va ganar siempre. Solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar”, expresó el prelado argentino, al reconocer que “sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder”.
También denunció cómo el comportamiento del hombre crea “una sociedad de pocos y para pocos”, por lo cual el sueño de Dios “está continuamente amenazado por el padre de la mentira, por aquel que busca separarnos, generando una sociedad dividida y enfrentada”.
Lo que crea, dijo, “una sociedad de pocos y para pocos”.
Un día después de arremeter contra el narcotráfico y la corrupción, el papa criticó a quienes se adueñan de la riqueza destinada a todos. “Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos”, dijo.
Ecatepec, de 1,6 millones de habitantes forma parte del estado de México, una región que se volvió lúgubremente famosa por las alarmantes cifras de desapariciones de mujeres y los hallazgos de muchos de sus cuerpos desmembrados flotando en el río de los Remedios, a unos 20 km de la sede de la misa de este domingo.
Al menos 600 asesinatos de mujeres entre enero de 2014 y septiembre de 2015 se han registrado en el estado, según registros de la ONG Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
Los feligreses consideran que la visita del papa a Ecatepec debe ayudar a renovar la fe de sus habitantes y despertar la conciencia de los criminales.
Así lo comentó Janis Alexandri Vargas, un travesti de 31 años que acudió a la misa junto a otras tres personas con la bandera de la diversidad sexual.
“Sabemos que el papa apoya a la comunidad gay y venimos para que se acabe tanta homofobia, los feminicidios y las violaciones de niños, que sabemos que hay gente que son pederastas y que a ellos no los juzgan como a nosotras”, dijo Vargas.
Feminicidios
Pero otros habitantes de Ecatepec piensan diametralmente distinto. Karla Paola Romero, una estudiante de sociología de 21 años, estuvo a punto de engrosar la cifra de desapariciones de mujeres hace tres años, cuando dos hombres intentaron secuestrarla afuera de su casa.
Al pie del Cerro Gordo, donde en diciembre apareció el cuerpo desfigurado de una mujer con huellas de violación sexual, Romero espeta rabiosa que el papa decidió visitar Ecatepec para “formar una fe”, pero que se equivocó de lugar porque “esa fe está perdida”.
Antes de llegar a México, el pontífice argentino dijo que hablaría claro sobre la corrupción y el alto índice de criminalidad que afecta a varios puntos del país, con más de 100.000 muertos o desaparecidos en una década.
El sábado aprovechó su visita al Palacio Nacional y a la catedral de la capital para exigirle a líderes políticos y religiosos que hagan más gestos para devolverle la paz a los mexicanos.
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Con el presidente Enrique Peña Nieto a un lado, el papa dijo a legisladores y funcionarios del gobierno que tienen el deber de darle a los mexicanos una “justicia real” y una “seguridad efectiva”.
Más tarde, en la catedral instó a los obispos y arzobispos a enfrentar el narcotráfico “con coraje profético”.