Sin embargo, Lasky indicó en una conferencia este jueves que fue “imposible localizar” a quién hizo ese comentario y si tiene vinculación con el sospechoso de la matanza de este miércoles, que hoy comparecerá por primera vez ante el juez tras ser acusado por la policía de 17 asesinatos premeditados.
La Policía sigue trabajando para conocer los motivos que llevaron a Cruz, de 19 años, a abrir fuego sobre profesores y alumnos de la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, de la que fue expulsado el pasado curso por comportamiento violento, y donde todavía permanecen varios cuerpos.
De la quincena de heridos que llegaron a los hospitales cercanos tres permanecen en estado crítico, mientras que los demás están en condición estable o ya fueron dados de alta.
La fiscal general de Florida, Pam Bondi, dijo emocionada que el sospechoso “brutalmente asesinó” a 17 personas, algunas de 14 años, y que hará todo lo posible para que se haga justicia a la masacre en la escuela de secundaria de Parkland, que recibirá próximamente la visita del presidente Donald Trump.
El gobernador de Florida, Rick Scott, aseguró este jueves que la próxima semana se reunirá con congresistas estatales para que no haya una nueva tragedia como esta.
Para ello quiere garantizar que los niños estén seguros en las escuelas y que las personas con “problemas mentales” no tengan acceso a armas.
En el mismo sentido se manifestó el superintendente de las escuelas de Broward, Robert Runcie, que debe haber una “conversación real” para un mayor control de las armas y más fondos para instituciones que atienden a jóvenes con problemas mentales.
Las investigaciones apuntan a que Cruz activó la alarma de incendios y cuándo estos comenzaron a evacuar el centro comenzó a disparar en los pasillos. Posteriormente siguió a alguno de ellos que se habían escondido en los salones de clase y volvió a usar el rifle semiautomático que había comprado legalmente el año pasado.
Isaac Briones, alumno de noveno grado del centro, dijo que nada más escuchar los disparos se escondió en su aula de computadoras, y permaneció así durante dos horas hasta que un policía le rescató.
Durante ese tiempo no podía pensar en nada, con la “mente en blanco”, explicó Briones, que llevó junto a su familia unos globos blancos en memoria de las víctimas de la masacre.
Por su parte, David Hoog, alumno de último año, dijo a la Prensa que lo que más recuerda de lo sucedido este miércoles fue la visión del “miedo” en las caras de sus compañeros y cómo un portero del colegio de origen hispano se convirtió en un “héroe” al salvarles la vida al evitar que una “marea humana, un tsunami de personas” se dirigieran despavoridas hacia los disparos.
Hoog, cuya hermana perdió ayer a dos de sus mejores amigos, urgió a los políticos para “no se repita un tiroteo” como el de su escuela “una y otra vez”, pues es una situación “inaceptable” y si las leyes fuesen más restrictivas en la venta de armas las “ideas” de matanzas se quedarían en eso y no había tantos niños muertos.
Gracias a la legislación de Florida, que permite que las personas mayores de edad puedan adquirir armas de fuego, el joven, de 19 años, pudo comprar el año pasado de manera legal un fusil semiautomático AR-15, la versión civil del M-16 militar.
La Asociación Nacional del Rifle (NRA), el mayor grupo de presión contrario al control de armas de fuego en EE. UU. y que destina millones de dólares a proteger la Segunda Enmienda de la Constitución, que protege el derecho a portar armas, ha denominado a la AR-15 como el “rifle más popular” del país.
Todos las víctimas fueron identificadas y familiares informados, pero los nombres no han sido divulgados, dijo el jefe de policía de Broward, Scott Israel, aunque se sabe que uno de los fallecidos es un entrenador de futbol americano y vigilante de la escuela, Aaron Feis, que murió al proteger con su cuerpo a varios jóvenes.
Otro de los fallecidos fue un profesor de Geografía, que se sacrificó para salvar la vida a sus alumnos, según explicó a los medios la estudiante Kelsey Friend.
Runcie calificó a estas personas de “héroes” por morir para prevenir que la matanza fuera todavía peor. EFE