“Esta es una de esas raras ocasiones, debido a su magnitud y su alcance, en las que si no hacemos las cosas bien, no será posible revertirlas. Y podríamos no ser capaces de adaptarnos a ellas”, dijo en la Casa Blanca.
El denominado “Plan de Energía Limpia” fue adelantado hace un año por la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por su sigla en inglés) y, tras un periodo abierto a comentarios públicos, su versión definitiva plantea que EE.UU. reduzca para 2030 en un 32 % las emisiones de carbono de las centrales termoeléctricas respecto a los niveles de 2005.
Las plantas de generación de energía eléctrica son responsables de cerca del 40% de las emisiones de dióxido de carbono de Estados Unidos, el principal gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.
Por esto, Obama describió la medida como “el paso más importante que Estados Unidos haya dado en la lucha contra el cambio climático”.
La Unión Europea inmediatamente saludó el plan de Obama y su “esfuerzo sincero” por reducir las emisiones de dióxido de carbono.
El anuncio es el pistoletazo de largada de una cruzada medioambiental que le tomará al presidente varios meses y que se espera defina su legado.
Este mes, Obama visitará el estado ártico de Alaska para llamar la atención sobre el impacto del cambio climático. En septiembre, recibirá al papa Francisco en la Casa Blanca, donde se prevé que ambos hagan un apasionado llamado a la acción.
Y en diciembre, representantes de todo el mundo se reunirán en París para discutir a fondo las medidas diseñadas para limitar el aumento de la temperatura mundial en dos grados Celsius.
Una extralimitación
Pero los comentarios de Obama no tuvieron un recibimiento demasiado entusiasta en el Congreso controlado por los republicanos, quienes describieron las medidas como una “extralimitación” de un presidente “de mano dura”.
En su propuesta inicial de hace un año, el objetivo trazado por el gobierno de Obama era de 30%.
El cambio climático es un tema candente en la política estadounidense y los cortes como el anunciado el lunes son muy sensibles políticamente, debido a que el carbón, que es una de las fuentes de energía más contaminantes, sigue siendo la mayor industria del país.
Y es un combustible con influyentes defensores. Entre ellos, el líder de la mayoría en el Senado Mitch McConnell, quien es senador de Kentucky, un estado rico por su carbón.
“Estas enormes regulaciones no sólo serán incapaces de afectar significativamente el cambio climático, sino que además terminarán dañando más el medio ambiente, porque habrá que tercerizar la producción de energía a países con registros medioambientales pobres, como India y China”, dijo McConnell.
El líder de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, acusó a Obama de elegir “un legado verde en lugar de una economía en crecimiento”.
Y un grupo de presión pro-carbón (American Coalition for Clean Coal Electricity) amenazó con probables acciones legales. El gobierno de Obama “está poniendo en marcha un plan ilegal que aumentará los costos de la electricidad y dejará a la gente sin empleo”, aseguró.
Pero Obama descalificó esta clase de comentarios como mero “alarmismo”.
“Cuando el presidente (Richard) Nixon decidió hacer algo con el smog que estaba ahogando nuestras ciudades, le advirtieron que arruinaría la industria automotriz. Y eso no sucedió”, dijo.