En Managua, el paro parecía general con calles desoladas, algunos autobuses de transporte público circulando casi vacíos y presencia policial en varios puntos de la ciudad, observó AFP.
Winston Saballos, de 29 años, fue asesinado la madrugada de este miércoles por paramilitares, quien dejó en la orfandad a un niño de cinco años y su esposa embarazada.
Familiares de Saballos están preocupados, ya que el cuerpo tiene más de 24 horas y no han podido darle sepultura. Por lo que la familia contempla la posibilidad de entrerrarlo en el jardín de su casa.
Nicaragua vive un clima permanente de protestas que tiene bloqueadas sus principales rutas y ciudades semiparalizadas, desde que el 18 de abril estallaron las manifestaciones contra una fallida reforma a la seguridad social.
Sin embargo, las protestas se extendieron como una muestra de disconformidad contra el gobierno de Ortega, quien gobierna desde el 2007 con su esposa Rosario Murillo como vicepresidente y mano derecha, bajo cargos de autoritarismo y de controlar todos los poderes del Estado.
El paro de 24 horas, en un país semiparalizado por bloqueos de carreteras y protestas callejeras iniciadas el 18 de abril, fue convocado por la Alianza Nacional por la Justicia y la Democracia, que aglutina a estudiantes, empresarios, campesinos y la sociedad civil.
Incluso la Iglesia católica, mediadora en el diálogo entre el gobierno y la oposición, acogió el llamado a la paralización.
El arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, llamó a participar en el paro con espíritu de “solidaridad, unidad y protesta cívica”.
La víspera, pobladores colmaron los mercados en busca de alimentos para estar preparados en caso de que el paro se extienda más allá de la jornada del viernes.
“Ya compré lo necesario para comer, tenemos que hacer este sacrificio” de paralizar labores, manifestó Jorge Esquivel, de 60 años, cuando salía de un supermercado cargado de bolsas.
Como él, vecinos de Managua y otras ciudades se lanzaron a comprar granos básicos, leche, pan y hortalizas ante la perspectiva de que los comercios estarían todos cerrados este jueves.
Comercios cerrados
Los mercados, supermercados, tiendas, gasolineras y pequeños expendios de comida en los barrios de Managua tampoco abrieron sus puertas, mientras que en los colegios públicos los maestros quedaron esperando a los alumnos.
“Está palmado (vacío) todo, la huelga la está apoyando la población”, dijo el taxista Pablo Ramírez, quien desistió trabajar por falta de pasajeros.
El popular mercado oriental de Managua, con más de 20 mil negocios y 2 mil vendedores ambulantes que inician sus actividades en la madrugada, lucía abandonado, custodiado a su alrededor por barricadas que la gente levantó para defenderse de eventuales saqueos.
“El mercado está apoyando el paro, a esta hora muchas tiendas estarían abiertas, pero como puede ver está cerrado totalmente”, dijo Liliam Gámez, empleada de una tienda turca, que llegó a trabajar porque el jefe le pidió que cuidara el negocio.
“Hoy nadie está trabajando”, dijo Carlos Sánchez, un vendedor ambulante de 58 años, que estaba sentado en una acera del mercado leyendo el periódico, y quien espera que el paro empuje al gobierno a solucionar la crisis.
Las tiendas del mercado Roberto Huembes, en otro punto de la ciudad, tampoco estaban trabajando y solo algunos pequeños vendedores de fruta y golosinas funcionaban en las afueras del centro.
“El paro es para presionar al gobierno para que se siente a dialogar y dar una solución a esta crisis”, dijo Heriberto Ruiz, un vendedor golosinas que llegó a cuidar su negocio.
“Que (Ortega) salga por la puerta de adelante, no por la puerta trasera”, dijo Ruiz, quien afirma que Nicaragua se ha convertido en “la tierra de nadie” por la violencia y saqueos.
Golpe económico
“La economía produce US$35 millones diarios, puede ser que no todo se paralice porque hay actividades que no pueden detenerse”, por lo que se estima que en términos de valor se deje de producir entre 25 y 30 millones el día de la paralización, dijo Mario Arana, directivo de la Asociación de Productores y exportadores de Nicaragua (APEN).
El sector privado, otrora aliado de Ortega, rompió esa alianza en medio de las violentas protestas.
La solución a la crisis “se ha tomado mas tiempo de lo que realmente justifica la situación. La población está siendo reprimida y este paro es para expresar ese descontento y sentir de la ciudadanía”, manifestó Arana.
“Antes realizaba de US$20 mil a US$30 mil por día, pero desde que comenzaron esas bullas (protestas) la gente no quiere invertir. Está baja la actividad, no sabemos qué va a pasar”, dijo con preocupación Marina Oviedo, que trabaja en la compra y venta de dólares en Managua.
En el mercado Israel Lewites, en el oeste de Managua, los comerciantes anticipaban que no abrirán sus puestos ante el temor de salir a la calle y a ser blanco de grupos paramilitares.
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“Yo no estoy de acuerdo con el paro, no me parece que sea la solución. Hay gente como la señora que vende tortillas, el taxista, el que vende agua en la calle que no tienen un salario y viven con lo que consiguen a diario”, manifestó una socióloga que prefirió no dar su nombre.
Desde que se iniciaron las manifestaciones el 18 de abril, el balance de víctimas es de 152 muertos y 1 mil 340 heridos, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Con la crisis sociopolítica, estimaciones no oficiales esperan una caída del 1% del PIB, que en términos de valor alcanza US$800 millones, según la ONG Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copade).
Nuevo diálogo
La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) anunció la convocatoria a la mesa plenaria del diálogo luego que Ortega respondiera a su propuesta de democratización.
El comunicado de la CEN indica que en la cita del viernes en Managua darán a conocer el planteamiento de los obispos y la respuesta escrita que les remitió Ortega, “lo que someteremos a debate para buscar un consenso que responda a los anhelos de justicia, democratización y paz del pueblo”.
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“Ya no más. Todos queremos paz, queremos trascender estas circunstancias duras, dolorosas, trágicas. Todos queremos encontrar, en las mesas de diálogo, las posibilidades de trazar un camino para adelante”, dijo la vicepresidenta Rosario Murillo tras el anuncio de los obispos.
Murillo, durante su alocución en medios oficiales, no se refirió a los términos de la carta enviada por Ortega a la jerarquía católica.
El diálogo se perfila como la principal salida a la turbulencia que vive Nicaragua, donde en la última semana se endureció la represión contra los manifestantes que bloquean calles.
Los participantes de las protestas fueron atacadas las últimas noches y madrugadas con fusilería y hombres armados encapuchados a bordo de camionetas y motocicletas.
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