Internacional

Mujica habla de una medida de su gobierno de la cual se arrepiente

El expresidente José Mujica admitió el martes que su plan de acoger a seis presos de Guantánamo no resultó como esperaba y culpó del fracaso a los refugiados y a una parte de los uruguayos.

Mujica, actualmente senador, también acusó a los refugiados de haber tenido una conducta “pésima” que hizo que otros países decidieran no recibir otros prisioneros y sostuvo que no volvería a traer detenidos de esa prisión estadounidense a su país.       

“La conducta de la gente que salió es pésima. De una absoluta falta de solidaridad con los que estaban allá. Porque si ellos hubieran cultivado otra imagen hubieran facilitado que otros pudieran salir.

Lo único que hicieron fue que tres o cuatro gobiernos de América Latina que estaban por tomar una medida parecida se retrajeran, ¿a quién perjudicaron?, a los otros presos de Guantánamo”, dijo Mujica al diario La República.       

Agregó que “usted no puede venir a una casa ajena con una cultura distinta a querer imponer su credo, como decía el Quijote  donde fueres haz como vieres. Es elemental”.       


Mujica también criticó a los “uruguayos egoístas” que se quejaron de la asistencia que reciben los refugiados.       

Seis expresos de Guantánamo -cuatro sirios, un tunecino y un palestino- llegaron a Uruguay en diciembre del 2014 en un gesto que Mujica definió como un acto humanitario. Pero su presencia en el país generó múltiples problemas.       

Entre abril y mayo del 2015 cinco de los seis refugiados acamparon durante tres semanas frente a la embajada de Estados Unidos en Montevideo en reclamo de mayor asistencia económica del gobierno uruguayo.       

En junio el tunecino Adel bin Muhammad El Ouerghi se casó con una uruguaya según el rito islámico, sin celebrar antes el casamiento civil como obliga la ley.

La situación motivó la protesta de un obispo de la Iglesia católica que exigió que la ley se cumpla para todos por igual.       

En septiembre el sirio Abu Wa’el Dhiab pidió en una entrevista que ningún otro recluso de Guantánamo aceptara venir a Uruguay porque, dijo, el gobierno incumplía sus promesas.       

En enero de este año el sirio Omar Abdelhadi Faraj, que también se había casado sólo por el rito islámico con una uruguaya, fue detenido luego de una denuncia de violencia doméstica que presentó su esposa.


Faraj tiene una orden judicial de no acercarse a la mujer y lleva una tobillera electrónica para controlar que la cumpla.

En idéntica situación está El Ouerghi, también acusado de violencia doméstica por la uruguaya con la que se casó.       

Faraj, a su vez, enfrenta una denuncia penal por el delito de lesiones.      

En marzo, en otra entrevista, el sirio Dihab manifestó su simpatía por la red terrorista Al Qaeda.

Su declaración motivó la respuesta del presidente del Comité Central Israelita, Sergio Gorzy, quien manifestó “me parece insólito que no haya sido detenido por esa declaración”.       

Estados Unidos ha usado su base en Guantánamo, Cuba, desde enero del 2002 para mantener a sospechosos de vínculos con Al Qaeda y el Talibán. Actualmente quedan 89 prisioneros.  

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