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“Detener a un niño, aunque sea por periodos breves y en buenas condiciones, puede tener graves consecuencias sobre su salud y su desarrollo. Piensen en los daños causados cada día si se deja que esta situación alarmante perdure”, agregó.
Varias órganos de derechos humanos de Naciones Unidas han advertido que la detención de niños migrantes podría constituir un trato cruel, inhumano o degradante, prohibido por el derecho internacional.
En mayo, 144 mil personas fueron recluidas en centros de detención por la policía fronteriza. Pero no hay suficiente espacio en esos sitios ni en los centros de acogida donde normalmente se transfiere a los menores y familias.
Un informe del Departamento de Seguridad Interior estadounidense (DHS), que controla a la policía fronteriza, admitió la semana pasada que hay una “sobrepoblación peligrosa” en muchos centros de acogida de migrantes clandestinos, principalmente centroamericanos que huyen de la violencia y la miseria en su país.
Para Bachelet, “toda privación de libertad de los migrantes y refugiados adultos debería ser una medida de último recurso”.
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