A fines de mayo, Donald Trump amenazó con imponer aranceles a México si no reducía la migración hacia su territorio. Tras días de arduas negociaciones, el gobierno mexicano acordó reforzar su frontera y ampliar el MPP, un programa que permite a Estados Unidos enviar migrantes no mexicanos a esa nación mientras tramitan sus solicitudes de asilo.
En el día de hoy, una delegación mexicana encabezada por el canciller Marcelo Ebrard se reunió en la Casa Blanca con una representación estadounidense, comandada por el vicepresidente Mike Pence y el secretario de Estado, Mike Pompeo, para analizar los avances del acuerdo sellado a principios de junio.
“La estrategia mexicana ha dado resultados muy importantes para que los flujos migratorios se den de acuerdo a la ley. Se ha observado un descenso significativo (…) los resultados son irreversibles”, dijo Ebrard en rueda de prensa en Washington, asegurando que la reducción es de poco más del 70% desde junio.
“Vamos a seguir adelante con la política que se ha diseñado. No estimamos, en el corto plazo, ninguna otra medida diferente a las otras que ya se conocen y que están en el acuerdo de junio”, agregó.
Cada año, decenas de miles de migrantes, en su mayoría centroamericanos, huyen de la pobreza y violencia en sus países para emprender un largo y peligroso viaje a través de México buscando abrazar el “sueño americano” en Estados Unidos.
Sin embargo, pocos logran su cometido: unos mueren, otros son devueltos a casa y algunos se quedan varados en México.
Ebrard insistió en que México no aceptará la figura de “tercer país seguro” para detener la masiva migración hacia Estados Unidos luego de que un alto funcionario estadounidense dijera el lunes que ambos países dialogaban para lograr un “acuerdo de cooperación” migratoria.
Tras la reunión, la vicepresidencia estadounidense reconoció los esfuerzos “significativos y sin precedentes” de México para frenar la migración ilegal hacia Estados Unidos.
“Si bien se han realizado progresos, queda más trabajo para reducir aún más el flujo de inmigrantes ilegales a los Estados Unidos”, dijo en un escueto comunicado.
Tráfico de Armas
Durante las conversaciones, México planteó a Estados Unidos congelar el tráfico ilícito de armas a su territorio.
“Queremos congelar el tráfico de armas ilícito que va de Estados Unidos a México”, dijo Ebrard y adelantó que un grupo de trabajo binacional dará a conocer, mes a mes, la cantidad de armas que cruzan la frontera común de manera ilícita.
Lee también: Los centroamericanos “no migran, huyen” hacia Estados Unidos
Cada año, cerca de 213,000 armas de fuego son transportadas ilegalmente desde Estados Unidos a territorio mexicano, según cifras del Center for American Progress (CAP), una organización con sede en Washington, encargada de la investigación y defensa de políticas públicas.
De acuerdo con el CAP, gran parte de esas armas y municiones fabricadas en Estados Unidos están vinculadas con actividades delictivas en México, un país que enfrenta una sangrienta lucha entre grupos del crimen organizado que, en 2018, llevaron la cifra de fallecidos a máximos históricos.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador culpa de la espiral de violencia, en parte, al tráfico de armas desde su vecino del norte, donde se pueden obtener rifles de alto calibre, desde que el gobierno de George W. Bush eliminó en 2004 una prohibición para su libre comercialización.
* En alianza con Forbes México y Centroamérica.
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