La detonación se produjo después de las 5.30, hora local y provocó la reacción inmediata de las fuerzas de respuesta y de los cuerpos médicos de la Alianza.
El jefe de las tropas de Estados Unidos y la Otan en el país, el general John Nicholson, indicó que la misión Apoyo Decidido de la Alianza y las fuerzas estadounidenses en el país “continuarán cumpliendo la misión de dar entrenamiento, asesoramiento y apoyo” a los socios locales para “crear un mejor Afganistán”.
El secretario general de la Otan, Jens Stoltenberg, manifestó sus condolencias en la red social Twitter a los familiares de las víctimas en la base, de quienes no se ha facilitado ni nacionalidad ni identidad, algo que habitualmente se deja en manos de los Gobiernos de los países de los militares.
A falta de información oficial por parte de la Otan, el portavoz del gobernador de la provincia de Parwan, Wahid Sediqi, indicó que de acuerdo con los datos que manejan el atacante suicida “logró entrar en la base disfrazado como uno de los trabajadores locales”.
“Todavía no está claro cuántos de los muertos y heridos son extranjeros y locales”, señaló.
Los talibanes reivindicaron el ataque en un mensaje de su portavoz Zabihullah Mujahid en Twitter en el que afirmó que un “mártir” atacó la base infligiendo “grandes bajas” a las fuerzas estadounidenses.
Este es el ataque más importante este año contra una instalación de la Otan en Afganistán, donde la Alianza Atlántica mantiene alrededor de 12 mil efectivos en misión de apoyo y capacitación a las fuerzas afganas.
El ataque se produce además un día después del atentado contra el consulado de Alemania en la ciudad de Mazar-i-Sharif, en el norte, que costó la vida a al menos seis personas y causó decenas de heridos.
Los talibanes indicaron en un comunicado de reivindicación que atacaron la sede diplomática germana en venganza por el reciente bombardeo de “países invasores” en la provincia norteña de Kunduz que causó víctimas civiles, y acusó a Alemania de estar detrás de “todos los crímenes” en esa zona.
Al menos 32 civiles murieron la semana pasada en una operación realizada por las fuerzas afganas con apoyo aéreo de Estados Unidos contra un grupo de talibanes que se habían reunido al norte de la ciudad de Kunduz, capital de la provincia homónima.
El atentado hoy ocurre, además, en momentos de gran incertidumbre sobre la postura de Estados Unidos hacia Afganistán una vez asuma Donald Trump como inquilino de la Casa Blanca.
Estados Unidos mantiene nueve mil 800 soldados en Afganistán en misión de combate, una dotación que el presidente Barack Obama inicialmente tenía previsto reducir a cinco mil 200 al final de año como parte del plan de salida de las tropas estadounidenses.
Sin embargo, el incremento de la violencia en el país ha hecho reconsiderar a Obama esos planes y comprometerse a mantener ocho mil 400 soldados hasta el final del 2017.
Quince años después de la invasión estadounidense que sacó a los talibanes del poder, los insurgentes se han ido fortaleciendo hasta controlar en estos momentos alrededor de una tercera parte del país, según fuentes estadounidenses, un avance que ha coincidido con el final de la misión de combate de la OTAN el 1 de enero del 2015.