El primero de los próximos tres que nos visitará es el 2002 AJ129, que el próximo 4 de febrero se acercará a la Tierra a menos de 7.5 millones de kilómetros, una distancia que hace catalogarlo como “potencialmente peligroso” para los científicos, que han informado que este mide “más que un rascacielos”, según consigna el diario El Confidencial en su página web.
Pese a todo, hay “cero posibilidades de que impacte contra la Tierra”, dice la Nasa.
Según consigna una gráfica del diario, sólo en el 2017 fueron detectados unos dos mil cuerpos de estos. Basta con recordar al 2012 TC4, del tamaño de un autobús que pasó a tan sólo 44 mil kilómetros de la Tierra, o el gigantesco de 650 metros que pasó a unos 1.8 millones de kilómetros de la Tierra.
Pero los científicos siguen inquietos a otras dos enormes rocas que se dirigen a las cercanías de la Tierra. En junio del 2028 una roca de casi un kilómetro de largo pasará a una distancia de 246 mil kilómetros de la Tierra. Además, el 99942 Apophis, que pasará a tan sólo una décima parte de la distancia que hay entre la Tierra y la Luna (a 38 mil kilómetros) y que mide unos 300 metros, en abril del 2029, según El Confidencial.
La preocupación por estos gigantes es que a esa altura ya se encuentran varios satélites orbitando la Tierra.
Pero hay una pregunta que no deja dormir a una buena parte de expertos. ¿Y si los gigantes cambian su órbita?
“Podemos descartar una colisión en el próximo acercamiento a la Tierra, pero luego la órbita cambiará de una manera que no es totalmente predecible en este momento, por lo que no podemos predecir su comportamiento en una escala de tiempo más larga”, expresa el astrofísico italiano Alberto Cellino, citado por El Confidencial.
En todo caso, la Nasa trabaja en una de las hipótesis científicas que expone que es posible bombardear a estos gigantes para desintegrarlos o alejarlos de una posible colisión con la Tierra, que en estos anteriores casos abrirían en el planeta un agujero de más de 500 metros, con consecuencias aún desconocidas.
Pero mientras esa tecnología se afina, no queda más que vigilar de cerca a estos extraños visitantes, que según afirman científicos, no se sabe mucho aún de un 40% de estos cuerpos celestes.