Todos los diagnósticos apuntan a dos fallos de base: Estados Unidos, Europa y sus aliados en Oriente Medio respondieron tarde y mal a la Guerra Civil en Siria y no han conseguido hasta ahora comprender qué quiere y cómo funciona el autoproclamado Estado Islámico.
Pero son muchos más los factores a considerar tras una masacre como la perpetrada el viernes en París: fallos de inteligencia, control en las fronteras en medio de una severa crisis de refugiados y destino de las armas que Occidente ha proporcionado en Irak y Siria para combatir a los yihadistas.
“Hay un consenso entre Washington y sus aliados de que los bombardeos en Siria empezaron dos años más tarde de lo que tocaba, lo que dio al Estado Islámico mucho margen para crecer”, explica Carles Castelló-Catchot, jefe de Gabinete del Centro Brent Scowcroft de Seguridad Internacional del Centro de Estudios Atlantic Council de Washington.
Para el analista español, el ascenso del Estado Islámico fue posible gracias a una “tormenta perfecta” con una Europa enfrascada en su propia crisis económica e institucional y un Estados Unidos con “fatiga militar” tras más de una década de intervenciones militares en Irak y Afganistán.
“Estados Unidos no quiso entrar en Siria cuando se superaron las líneas rojas que marcó y Europa también tardó mucho en enterarse de que éste era su problema y no otra guerra estadounidense. EE.UU. tiene dos océanos que le separan del mundo, Europa es el vecindario de Oriente Medio”, consideró Castelló-Catchot.
Pocas horas antes del atentado en París, Obama pronunció unas palabras que le han valido duras críticas: dijo que el avance del EI había sido “contenido”.
En enero del 2014 lo comparó con “un equipo universitario” que intentaba ser profesional.
“Los argumentos previos de algunos acerca de que (la amenaza del EI) no tenía tanta magnitud se han probado falsos con esta tragedia, así como con los recientes ataques en Turquía, Líbano y Sinaí”, comentó Michael OHanlon, experto en Seguridad Nacional y Defensa del centro de estudios Brookings, en Washington, y exanalista en el Congreso estadounidense.
- En video vea: “La crisis de Siria bien contada en 10 minutos y 15 mapas”. (Youtube/ ).
Para OHanlon, ahora es más evidente que nunca que los yihadistas con pasaporte occidental, como parece que eran algunos de los atacantes en París, representan una “enorme amenaza tanto para las sociedades occidentales como para las regionales”.
Castelló-Catchot coincide con ese diagnóstico y considera que “el gran fallo” ha sido no poder controlar la frontera entre Siria y Turquía desde el primer momento.
“La operación de EE. UU. y sus aliados no ha sido un fracaso, se ha recuperado terreno, pero hay una zona amplia en la frontera de Siria con Turquía que no está en control de nadie y ha permitido el movimiento de los terroristas que van a luchar al conflicto sirio y vuelven a sus países occidentales”, afirmó el analista.
La sospecha de que al menos uno de los atacantes en París fuera sirio y hubiera entrado por la ruta de los refugiados ha multiplicado las voces que piden en Europa y Estados Unidos restringir estas entradas.
“Ciertamente, son necesarios mejores escrutinios y revisiones, así como más coordinación con países como Turquía, donde los traficantes crecen con fuerza y falsifican pasaportes que son fáciles de adquirir”, considera Pamela Ballinger, experta en refugiados y desplazamiento de la Universidad de Michigan.
“Las políticas de rechazo a los refugiados solo allanarían el terreno para más radicalización de varios tipos, produciendo un círculo vicioso”, apuntó la profesora.
Obama dejó claro este lunes que cerrar la puerta a los refugiados iría contra los valores estadounidenses y defendió los avances de su estrategia pese al estructurado atentado en París.
Para Michael Doran, director del Consejo de Seguridad Nacional con George W. Bush y ahora experto del centro de estudios Hudson, el “talón de Aquiles” de la política de Obama para luchar contra el EI es “la casi total dependencia de los chiítas y los kurdos”.
- “Si Estados Unidos no consigue movilizar a los aliados árabes suníes, nunca logrará mantener el territorio tomado al EI”, considera Doran en su reciente estudio “Cómo combatir al Estado Islámico, y cómo no hacerlo”.
“Algunos de los aliados en la región tendrían capacidad de hacer mucho más, pero son reticentes a meterse en acciones en las que no se sabe el resultado final, les toca muy cerca de casa”, apuntó Castelló-Catchot.
Los analistas coinciden en que ahora, tras las sangrientas demostraciones de fuerza del EI en París y Líbano, no hay tiempo para más dilaciones o estrategias a ciegas, sino que se debe esclarecer quiénes son los actores del conflicto y admitir que el grupo yihadista ya no es una amenaza regional que actúa solo en sus territorios, sino un nuevo peligro, difícil de controlar y con una capacidad de atracción para jóvenes occidentales sin precedentes.