El menor, llamado Beau, jugaba en el borde de la piscina en la ciudad de Byron Bay, al sur de Brisbane (noreste), cuando una pitón de tres metros de largo salió de una vegetación cercana, explicó el viernes su padre Ben Blake a la radio Nine.
“Creo que la pitón estaría como esperando allí a alguna víctima, un pájaro o algo, y al final fue Beau”, continuó.
La serpiente mordió al niño, lo arrastró al agua y se enroscó alrededor de su pierna.
Rápidamente el abuelo, de 76 años, saltó a la piscina y sacó a su nieto, con la pitón todavía enganchada.
Entonces el padre intervino para desenroscar a la serpiente y tratar de calmar la situación. “No soy un niño pequeño, lo liberé en 15 o 20 segundos”, explicó a la radio.
Según explicó Ben Blake, su hijo se estaba recuperando bien: “Una vez limpiamos la sangre y le dije que no iba a morir porque no era una serpiente venenosa, estaba bastante bien”.
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Aunque describió el suceso como “una especie de calvario”, Blake tampoco pareció impresionado por el ataque, asegurando que las serpientes son algo habitual en este popular destino turístico y meca del surf a ocho horas en coche de Sídney.
“¡Ah, mira! Es donde vivimos. Esto es Australia”, afirmó.