Los fuegos asolan desde hace días numerosos lugares de la parte oriental del Mediterráneo, golpeada por la peor ola de calor en décadas, en un desastre que autoridades y expertos vinculan al cambio climático.
La capital griega estaba inmersa este viernes 6 de agosto en un olor acre y humaredas de un incendio que se reactivó el jueves 5 por la tarde al pie del monte Parnés, tras haber quemado más de mil 200 hectáreas desde el martes 3.
Los tres macizos que rodean Atenas estaban ocultos detrás de la espesa humareda, igual que la colina Licabeto, ubicada en el centro de la ciudad.
En la villa de Afidnes, 30 km al norte, las llamas ardieron toda la noche, dejando un paisaje de desolación, vehículos calcinados, casas destruidas y árboles quemados.
Cerca, en Krioneri, el fuego quemó casas, empresas y fábricas. “El fuego es incontrolable. Yo no quiero irme, toda mi vida está aquí”, decía emocionado Vassiliki Papapanagiotis.
Un tramo de la autopista que conecta la capital con el norte y el sur del país fue cortada por precaución y 2 mil migrantes fueron evacuados de un cercano campo de refugiados.
Al menos 450 bomberos griegos, respaldados por refuerzos aéreos y terrestres de Francia, Suecia, Rumanía, Suiza, Israel y Chipre, combatían en los diferentes frentes.
“Situación extremadamente crítica”
“Nuestro país afronta una situación extremadamente crítica”, dijo el jueves 5 por la noche el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis ante las decenas de incendios que abrasan el país.
“Nos enfrentamos a condiciones sin precedentes, pues varios días de ola de calor han transformado todo el país en un polvorín”, afirmó.
Con temperaturas entre 40ºC y 45ºC, Grecia y Turquía viven una ola de calor excepcional y múltiples incendios que devoran bosques, hogares y empresas.
Ante este peligro extremo, las autoridades griegas prohibieron visitar bosques, parques nacionales y espacios naturales hasta el lunes.
El viceministro de Protección Civil, Nikos Hardalias, indicó que 56 de los 99 incendios declarados el jueves 5 seguían activos.
En Turquía, todavía había 12 fuegos sin controlar de los 208 registrados desde finales de julio en el sur del país. En total, ocho personas fallecieron y decenas fueron hospitalizadas.
Numerosos turistas y residentes fueron evacuados de las zonas afectadas. En la isla griega de Eubea, unos monjes fueron desalojados a la fuerza tras negarse a abandonar su monasterio.
En la turística Gytheio, en el sur del Peloponeso, 5 mil personas fueron urgidas a dejar sus casas e ir hacia una localidad vecina.
Presidente en aprietos
En Turquía, en el puerto de Oren, Hulusi Kinic rechazó el jueves unirse a los centenares de lugareños evacuados por mar cerca de la central térmica de Milas.
“¿Dónde queréis que vayamos a nuestra edad?”, dijo este jubilado de 79 años.
Las llamas se acercaron peligrosamente a la central térmica, que almacenaba miles de toneladas de carbón.
La presidencia turca indicó que, según un informe preliminar, “no había daños en las unidades principales de la planta”.
En el décimo día de crisis por los incendios, cinco provincias turcas seguían luchando contra el fuego.
La gestión de este desastre está poniendo en aprietos al presidente Recep Tayyip Erdogan, al que la oposición acusó de haber gastado solo un 1.75% de los US$23 millones presupuestados en el primer semestre para prevenir los incendios.
“Es una situación que incluso podría definirse como traición”, dijo el diputado del principal partido opositor Murat Emir.
Las llamas también llevaron al gobierno de Macedonia del Norte a declarar 30 días de estado de emergencia.
En Albania, en los Balcanes, el ministro de Defensa aseguró que la situación es “crítica” por la amenaza sobre núcleos habitados.