Decenas de miles de jóvenes seguirán las descargas de sus guitarras eléctricas durante los cinco conciertos programados en el mayor evento católico del mundo, que comienza este miércoles 2 de agosto en la capital lusa y concluirá el día 6 con la presencia del papa Francisco.
La Voz del Desierto tiene ya seis discos en el mercado y experiencia en la JMJ, tras su participación en las ediciones de Madrid (2011) y Panamá (2019).
El grupo nació hace dos decenios en la diócesis de Alcalá de Henares, en Madrid, pero “al final el Señor montó esto”, explica el padre Jesús Javier Mora, uno de los vocalistas.
Rock tradicional, heavy, baladas, pop…“La música es un vehículo formidable para transmitir el amor de Dios y evangelizar”, continúa el sacerdote, en una entrevista durante uno de los ensayos en Estoril, a unos 30 kilómetros de Lisboa.
El grupo está unido por “el amor a Dios y el deseo de hablar de Dios a los demás”, aunque cada uno tiene su vida, unos dentro de la Iglesia católica y otros con sus familias, continúa.
Su música bien podría ser la de un grupo de rock al uso, si no fuera por los alzacuellos que los tres sacerdotes lucen sobre el escenario y por las letras de sus temas, con títulos como Él me vuelve a levantar, Sin tu calor o Getsemaní.
“Algunas hablan de la vida diaria, de la Biblia, de pasajes de las Escrituras y de la vida de jóvenes que no encuentran sentido a la vida”, agrega.
“Es lo que nos ha pasado a muchos de nosotros, cómo Dios nos ha cambiado la vida”, resume el sacerdote, a quien conocen como “Curry”.
Son conscientes de que sus actuaciones sobre el escenario sorprenden, pero aseguran que algunos obispos han acudido a sus conciertos y que han logrado seducir también a ateos y agnósticos porque “la música da pie a iniciar una conversación con Dios”.
Es también la mejor forma para conectar con los jóvenes, y, añade Mora, “transmitirles que son amados por Dios”.
¿Y cuál es el género que más pega entre los jóvenes? El reguetón, reconocen. “Y por ahí todavía no hemos entrado, pero el mensaje de Dios tiene que llegar también y hay que explorarlo”.
“No me veo todavía moviendo el cuerpo, pero bueno, hay que ensayar”, aventura el cura roquero. “Vamos a ver cómo nos ilumina Dios y qué nos pide”.