Internacional

|

Suscriptores

La sepultaron con una corona de plata. ¿Tenía ella el poder?

Hace casi 3700 años, un hombre y una mujer fueron enterrados juntos en el sureste de la Península Ibérica. Su tumba fue una vasija ovoide bajo el suelo de una gran sala en un amplio complejo conocido como La Almoloya, en la cima de una colina en lo que hoy es Murcia, España. Se trata de uno de los muchos yacimientos arqueológicos asociados a la cultura argárica, de la Primera Edad de Bronce, que controló un área del tamaño de Bélgica entre 2200 y 1500 a.C.

|

Foto facilitada por el Grupo de Investigación Arqueoecología Social Mediterránea de la Universidad Autónoma de Barcelona muestra una tumba de 3.700 años de antigüedad en el yacimiento arqueológico de La Almoloya, en el sur de España. La mujer con diadema está a la derecha. (Foto Prensa Libre: Arqueoecologia Social Mediterrània Research Group, Universitat Autònoma de Barcelona via The New York Times)

Foto facilitada por el Grupo de Investigación Arqueoecología Social Mediterránea de la Universidad Autónoma de Barcelona muestra una tumba de 3.700 años de antigüedad en el yacimiento arqueológico de La Almoloya, en el sur de España. La mujer con diadema está a la derecha. (Foto Prensa Libre: Arqueoecologia Social Mediterrània Research Group, Universitat Autònoma de Barcelona via The New York Times)

A juzgar por los 29 objetos de gran valor de la tumba, descritos el jueves en la revista Antiquity, la pareja parece haber pertenecido a la clase alta argárica. Además, la mujer podría haber sido la más importante de los dos, lo cual plantea preguntas para los arqueólogos sobre quiénes ejercían el poder entre los argáricos y añade más pruebas al debate sobre el papel de la mujer en la Europa prehistórica.

Murió a los 20 años, posiblemente de tuberculosis, y fue colocada boca arriba con las piernas dobladas hacia el hombre. En vida, presentó una serie de anomalías congénitas, como una columna vertebral acortada y fusionada y un pulgar izquierdo atrofiado.

Sobre ella y a su alrededor había sublimes emblemas plateados de riqueza y poder. Su cabello estaba sujeto con espirales de plata y sus orejeras de plata, una más grande que la otra, tenían espirales de plata enroscados. Llevaba un brazalete de plata cerca del codo y un anillo de plata en el dedo. La plata adornaba la vasija de cerámica con forma de diamante que tenía cerca, y unas placas triples de plata adornaban su punzón de madera de roble, símbolo de la feminidad.

Su artefacto de plata más fantástico es una diadema impecablemente elaborada —una corona en forma de diadema— que aún descansaba sobre su cabeza. Solo se han descubierto seis en tumbas argáricas.

Debe haber resplandecido en vida. “Imagínense la diadema con un disco que baja hasta la punta de la nariz”, dijo Cristina Rihuete Herrada, arqueóloga y profesora de prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona y una de las descubridoras del sepulcro. “Es brillante. Realmente te podías ver reflejado en el disco. Como marco de los ojos de esa mujer, debe haber sido algo muy impresionante de ver. Y la capacidad de que alguien viera reflejado su rostro en otro rostro debe haber sido algo impactante”.

El sonido que producía también debe haber sido dramático: “Pensemos en el ruido, ese tintineo, porque es plata contra plata en los enormes lóbulos de las orejas”, dijo Rihuete Herrada. “Debe haberse tratado de una persona extraordinaria”.

El hombre, que tenía aproximadamente 30 años cuando murió, fue enterrado con sus propias galas, incluidas orejeras de oro acampanadas. Un anillo de plata que había estado en su dedo se había caído y yacía cerca de su espalda. A su lado había una daga de cobre con cuatro remaches de plata.

Al igual que sus coetáneos —los minoicos de Creta, los habitantes de Wessex en Gran Bretaña y el grupo de Unetice en Europa Central—, los argáricos presentaban las características de una sociedad estatal, con una burocracia gobernante, fronteras geopolíticas, complejos sistemas de asentamiento y centros urbanos con estructuras monumentales. Tenían divisiones de trabajo y distinciones de clase que persistían después de la muerte, lo que se demuestra por la gran disparidad de bienes funerarios descubiertos en los yacimientos arqueológicos.

Y aunque la mayoría de estos sistemas se han considerado durante mucho tiempo profundamente patriarcales, los dobles enterramientos de La Almoloya y otras tumbas argáricas están haciendo que los arqueólogos se replanteen la vida en la antigua Iberia. ¿Era ella la que ejercía el poder? ¿Era ella un símbolo de poder, pero en realidad no tenía poder alguno? ¿Compartían el poder o lo ejercían en diferentes ámbitos?

Estaban enterrados bajo el suelo de una gran sala, en la que había largas bancas alineadas en las paredes y un podio ante un fogón destinado a calentar y alumbrar, no a cocinar. El espacio era lo suficientemente grande como para albergar a unas 50 personas. “Se han excavado cientos de edificios argáricos, pero este es único. Claramente es un edificio especializado en política”, dijo Rihuete Herrada.

La pareja tuvo al menos un hijo en común: un bebé descubierto bajo un edificio cercano era compatible genéticamente con ambos.

En la cultura argárica, las niñas recibían ajuares funerarios a una edad más temprana que los niños, lo que indica que eran consideradas mujeres antes de que los niños fueran considerados hombres. Las diademas solo se encuentran en las tumbas de mujeres, en las que hay una mayor variedad de bienes de valor. Algunos guerreros de élite fueron enterrados con espadas.

En cuanto a la estructura de poder que ocupaban los dos, Rihuete Herrada sugiere que tal vez ostentaban poderes en ámbitos diferentes. Las espadas podrían indicar “que la ejecución de las decisiones de gobierno estaba en manos de los hombres. Tal vez las mujeres eran gobernantes políticas, pero no solas”, comentó.

Sugiere que tal vez los gobiernos argáricos eran similares a los de los haudenosaunees (conocidos también como iroqueses), una sociedad matrilineal, en la que las mujeres tenían poder político y de decisión, incluso en asuntos de jefatura, guerra y justicia, pero los hombres controlaban el ejército.

Estas intrigantes ideas coinciden con las investigaciones recientes de varios estudios arqueológicos en Europa que están reexaminando el poder femenino durante la Edad de Bronce.

“El hecho de que la mayoría de los objetos funerarios, incluidos todos los de plata, estuvieran asociados con la mujer apunta claramente a que era una persona considerada muy importante”, explicó Karin Frei, profesora de investigación en arqueometría del Museo Nacional de Dinamarca. “Tiene sentido plantear la cuestión de si una sociedad estatal clasista podía estar gobernada por mujeres”.