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¿La inteligencia artificial arruinará o salvará al planeta?
El enorme gasto para procesar la IA produjo un aumento en la demanda de electricidad y ha generado inquietudes en torno al tema ambiental.
La inteligencia artificial se distingue por la enorme cantidad de energía que consume, pero también puede fomentar innovación y descubrimientos… y podría acelerar la transición global a electricidad más limpia. (Foto Prensa Libre: Naomi Anderson-Subryan/The New York Times)
El experimento global con la inteligencia artificial (IA) apenas comienza. Pero la histeria con que las grandes empresas tecnológicas invierten en su afán por construir y arrendar centros de datos, las salas de motor de la IA, va a toda marcha. Se calcula que el año pasado invirtieron US$105 mil millones en estas instalaciones inmensas que consumen cantidades tremendas de electricidad.
Ese gasto produjo un aumento en la demanda de electricidad y ha generado inquietudes en torno al tema ambiental. Un titular reciente de la publicación The New Yorker calificó el uso de energía de la IA de “desvergonzado”. No obstante, la IA y el ambiente pueden verse desde otra perspectiva que no se centra en la forma de elaborar la tecnología, sino en lo que puede hacer.
La IA podría contribuir a acelerar descubrimientos científicos e innovación en todo tipo de campos y, en consecuencia, mejorar la eficacia y reducir las emisiones de carbono que calientan al planeta en sectores como el transporte, la agricultura y la producción de energía.
Esto es lo que debemos saber.
¿Qué hace que esos centros de datos consuman tanta electricidad?
Es el surgimiento de la llamada inteligencia artificial generativa.
La IA generativa puede hacer muchas cosas, no solo analizar datos y hacer predicciones, sino también escribir poesía y código informático, resumir libros y responder preguntas, en general, con la misma capacidad que un ser humano. Y la actividad informática de ese tipo requiere mucha energía. Cuando le hacemos una pregunta a ChatGPT, gasta casi 10 veces más electricidad que una búsqueda regular en Google, según un cálculo reciente.
Aunque varios investigadores llevaban años trabajando en la IA generativa, en realidad estalló en noviembre de 2022 cuando OpenAI presentó ChatGPT, el chatbot conversador que se convirtió en una sensación. Microsoft ha invertido más de US$13 mil millones en OpenAI y quiere incluir funciones con IA en sus productos a la brevedad posible. Lo mismo están haciendo Amazon, Google y Meta, la propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp.
¿Cuánto aumentará la demanda de electricidad?
Existen cálculos más altos, pero los expertos en general prevén que el consumo de energía en los centros de datos de todo el mundo aumentará por lo menos al doble en los próximos años. Goldman Sachs calcula que en los centros de datos se utilizará un 160 por ciento más de electricidad para 2030. Un pronóstico reciente de la Agencia Internacional de la Energía proyecta que la demanda aumentará más del doble para 2026.
Estas predicciones constituyen aumentos considerables, lo que sugiere que los centros de datos tendrán un marcado aumento en sus emisiones de gases de efecto invernadero si obtienen energía de combustibles fósiles como el carbón y el gas natural. Pero hay que tener presente que el sector eléctrico global es enorme y variado. Los centros de datos son responsables de alrededor del uno o dos por ciento de la demanda total de electricidad. Según los cálculos, esa proporción aumentará a entre el tres y el cuatro por ciento para 2030.
¿Cómo se puede presentar a la IA como una tecnología verde?
Algunos expertos opinan que la inteligencia artificial es una herramienta de propósito general y, si se usa sabiamente en toda la economía, podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un cinco y un diez por ciento para 2030, según un estudio que le encomendó Google al Boston Consulting Group.
Por ejemplo, la tecnología promete “estimular el diseño biológico”, afirmó Drew Endy, profesor de bioingeniería en la Universidad de Stanford. Comentó que el resultado podría ser una biología turbocargada si se descubren las fórmulas de ADN adecuadas para lograr una agricultura más eficiente y menos contaminante, por ejemplo.
La IA también podría transformar radicalmente la manera en que encontramos metales que son fundamentales no solo para la industria tecnológica sino para el combate contra el cambio climático. En un caso específico, ayudó a encontrar en Zambia un vasto depósito de cobre, componente clave para los vehículos eléctricos.
Además, Zanskar, una empresa emergente de Salt Lake City, intenta mejorar con IA la tasa de éxito en el descubrimiento de energía geotérmica para plantas eléctricas. El principal motivo por el que fracasan alrededor del 90 por ciento de los proyectos geotérmicos que arrancan de cero es que se hacen perforaciones en el lugar equivocado, explicó Carl Hoiland, cofundador y director ejecutivo de Zanskar. Pero combinar la IA con nuevos conjuntos de datos geológicos como datos de satélite y sensores sísmicos podría hacer posible duplicar o triplicar la exigua tasa de éxito del campo.
En teoría, eso podría marcar una gran diferencia en la lucha contra el calentamiento global. La energía geotérmica constituye una fuente limpia de energía disponible las 24 horas del día, pero en la actualidad representa menos de la mitad del uno por ciento de la energía eléctrica en Estados Unidos.
La conclusión
Aunque se espera que la electricidad que requiere la IA por lo menos se duplique en los próximos años, la eficiencia de la tecnología podría elevarse a una tasa todavía más alta. Hay un precedente histórico.
Consideremos lo que sucedió con la computación en la nube. El consumo de energía aumentó a principios de la década del 2000, además de que existía la preocupación de que ese aumento continuara. Pero, aunque el cómputo en los centros de datos de todo el mundo se multiplicó al séxtuplo entre 2010 y 2018, el consumo de energía solo se elevó un seis por ciento.
Varios analistas de la industria señalan que bien podría verse una tendencia similar en el caso de la IA.
“Después de que se apacigua la manía, empiezan a hacer efecto otros incentivos”, opinó Jonathan Koomey, antiguo científico del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley que ahora es investigador independiente. “Existe un enorme incentivo para que la industria se vuelva más eficiente”.
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Las grandes empresas tecnológicas buscan la manera de optimizar su software, hardware y sistemas de enfriamiento con el propósito de reducir el consumo de electricidad en sus centros de datos. Han establecido instalaciones de computación en países del norte y utilizan para el enfriamiento aire frío succionado del exterior con el objetivo de reducir el uso de electricidad y agua. Y también están invirtiendo en otras fuentes de energía.
Si tienen éxito en esos proyectos y si empleamos la IA con inteligencia, a fin de cuentas podrían sacarle mucho provecho a esta inversión.