El objetivo del proyecto es evitar el ingreso de inmigrantes ilegales, drogas y criminales. A continuación, una mirada a la factibilidad de semejante obra.
¿Cuánto costará?
Miles de millones de dólares. Pero nadie sabe exactamente cuantos miles.
Casi un tercio de la frontera -o más precisamente 1.050 de los 3.200 kilómetros de extensión- ya tiene algún tipo de reja que impide el paso de personas o vehículos. Pero la construcción de apenas unos 660 kilómetros de barrera costaría unos US$11 mil 400 millones, de acuerdo con un estudio elaborado por el instituto Washington Office on Latin America (WOLA).
El propio Trump fue vago con relación a los costos, y en diversas declaraciones su estimativa osciló entre US$4 mil y US$10 mil millones, aunque arquitectos e ingenieros estiman que el costo será mucho mayor.
En un artículo titulado “La mala matemática apoya el muro fronterizo de Trump”, un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) estimó el año pasado que 1.600 kilómetros de concreto y acero costaría entre US$27 mil y US$40 mil millones.
Según ese artículo: “Es simplemente imposible construir ese muro al precio que Donald Trump sostiene”.
¿De dónde saldrá el dinero?
Tampoco este detalle está claro.
Kilómetros (850 millas) tiene de extensión el muro que ya existe en la frontera entre México y EE.UU., fue construido en el 2006 por ley que promulgó el presidente George W. Bush.
Por el momento, la Casa Blanca solo puede utilizar en este proyecto fondos ya autorizados. El Congreso, cuyas dos cámaras están controladas por el partido republicano, deberá decidir de dónde saldrá el dinero si es que el gobierno desea que el muro sea terminado, pero el partido se pasó una década defendiendo la prudencia fiscal.
Este miércoles el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo que Trump “está trabajando con el Congreso y con otras personas” para encontrar una forma para pagar por el muro.
De acuerdo con Spicer “hay muchos mecanismos presupuestarios que se pueden usar. En esta fase su objetivo es hacer que el proyecto arranque lo antes posible utilizando fondos y recursos” ya disponibles.
Trump insiste en que México pagará por el muro, posiblemente interviniendo en las remesas que migrantes mexicanos envían a su país y que el año pasado alcanzaron los US$25 mil millones.
Por su parte, México descartó de plano cualquier posibilidad de pagar por el muro o devolverle dinero a Estados Unidos por esa obra.
¿Cómo sería el muro?
Trump sugirió la utilización de paneles prefabricados de concreto y reforzados con barras de acero, materiales pesados que presentan un increíble desafío logístico, ya que su transporte requiere vías pavimentadas y construcción de estaciones para moldear el concreto, sin mencionar la contratación de un verdadero ejército de trabajadores durante varios años.
Esos paneles requerirán fundaciones suficientemente profundas para asegurar estabilidad y evitar los túneles, detalle que en términos de ingeniería significa aún más dinero.
Un muro formado por paneles de concreto de 12 metros y que alcancen tres metros de profundidad costará por lo menos US$26 mil millones, de acuerdo con Todd Sternfeld, director de una firma especializada precisamente en paneles con esas características.
Obstáculos naturales
La frontera ya incluye enormes obstáculos naturales. Uno de ellos es el río Grande. Leyes vigentes prohíben construcciones que impidan el flujo de agua o interfiera en la capacidad de beneficiarse de sus recursos.
Trump tampoco podrá actuar a su gusto en los terrenos situados al costado de la frontera y que en su gran mayoría son de propiedad privada. La construcción del muro en esos casos requerirá una gigantesca batalla legal y enormes pagos por expropiación.
En algunos lugares, las obligaciones del Tratado de Fronteras de 1970 y las zonas de inundación designadas en el río requerirían levantar el muro bien entrado el territorio estadounidense, lo que sería incómodo si el gobierno mexicano paga y supervisa el proyecto.
podría costar el muro planteado por Donald Trump según expertos, no obstante, el mandatario ha asegurado que el costo oscilaría entres US$4 mil y US$10 mil millones.
Además de crear una especie de tierra de nadie entre el muro y la frontera real, un gobierno o el otro tendría que comprar grandes extensiones de propiedad privada, así como tierras de al menos una tribu indígena con territorio a ambos lados de la frontera en el sur de Arizona.
En zonas donde la frontera es tierra seca en New Mexico, la mayoría de Arizona y California, habría que construir estructuras para que el muro no obstruya rutas de paso naturales ni provoque inundaciones.
Construir en estas zonas puede ser complicado y caro. En las sensibles dunas de arena del sur de California, por ejemplo, habría que instalar una “cerca flotante” que permitiera el movimiento natural de las dunas.
Después, están las cuestiones de conservación del medio ambiente. Grupos como Defenders of Wildlife y el Sierra Club presentaron demandas por algunos tramos de la cerca parcial que existe ahora. Y en algunos lugares, la regulación federal podría impedir o al menos retrasar de forma considerable o aumentar los costes del proyecto.
En diversos tramos de la frontera de California puede encontrarse un total de 18 especies protegidas a nivel federal y en Arizona viven al menos 39 clasificadas como amenazadas, en peligro o aspirantes a obtener protección, según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos.
¿Los estadounidenses apoyan la idea?
En realidad, los estadounidenses parecen divididos en relación al tema. Una encuesta divulgada este miércoles señaló que 47% está a favor y el 45%, en contra.
Pero críticos del proyecto afirman que semejante propuesta es inútil. Por ejemplo, la mayoría de las drogas ingresa al país por puntos legales de ingreso y no transportada a través del desierto.
Y si el objetivo es evitar el ingreso de inmigrantes ilegales, ese flujo se encuentra en niveles próximos al verificado en la década de 1970, de acuerdo con WOLA.
No es idea nueva
En algunos lugares hay cercos altos que ascienden colinas en desiertos. En otros se levantan mallas de alambre o pilares de metal que de repente llegan a su fin.
Estos tramos provienen de diferentes momentos históricos, cuando el gobierno federal quería barreras más fuertes para detener a la inmigración indeseada, el narcotráfico, los contrabandistas de alcohol en la era de la Prohibición, e incluso ganado errante.
Los historiadores dicen que ya se ha pensado en esa idea durante un siglo con resultados mixtos debido a políticas y tecnologías cambiantes, así como presiones para desviar la atención de las fuerzas del orden hacia otra parte.
A continuación presentamos un vistazo a la historia de las barreras en la frontera entre México y Estados Unidos:
Estados Unidos comenzó a construir pedazos de muro en la frontera con México durante la Primera Guerra Mundial, de acuerdo con Kelly Lytle Hernandez, profesora de historia en la Universidad de California en Los Ángeles y autora de “Migra!: A History of the U.S. Border Patrol”. (“¡La Migra!: Una historia de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos”).
Irónicamente, en ese entonces no había restricciones a la migración mexicana porque los granjeros estadounidenses querían un flujo permanente de trabajadores agrícolas. Los vigilantes montados que patrullaban la zona desde El Paso, Texas, hasta California solían andar tras los inmigrantes chinos que trataban de cruzar sin permiso.
La presión para construir un muro surgió y se disolvió después de que el Congreso creara la Patrulla Fronteriza en 1924. Algunas cercas y muros de estaño que habían sido construidos fueron abandonados o descuidados hasta que los votantes exigieron nuevas barreras. Entre tanto, muchos inmigrantes no autorizados cavaron túneles para evadir las paredes y mantenerse ocultos.
“A medida que los muros se hicieron más altos, los túneles fueron más profundos”, dijo Hernández. “Los muros sirvieron como soluciones psicológicas que no funcionaron”.
Elevándose más
El ingreso a Estados Unidos se tornó más restringido en momentos en que el país luchaba para recuperarse de la Gran Depresión. Una década después, el Monumento Nacional del Cactus de Tubo de Órgano, en Arizona, y otros parques nacionales a lo largo de la frontera pidieron cercos para evitar que las reses y otros ganados mexicanos efectuaran un pastoreo excesivo en zonas protegidas.
La solicitud para un muro cobró nueva vida bajo el presidente Richard Nixon, con la Operación Interceptar, un proyecto para detener el flujo de drogas ilegales provenientes de México. Luego, cuando el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica afectó negativamente la economía agrícola en México en la década de 1990, millones de inmigrantes vinieron a Estados Unidos sin autorización, lo que derivó en una expansión de los cercos en zonas urbanas como San Diego y El Paso. Eso obligó a muchos inmigrantes a intentar peligrosos cruces por el desierto hacia el interior de Arizona.
Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush promulgó la Ley de Cercos Seguros del 2006, en la que se autorizaba la construcción de casi 1.400 kilómetros (850 millas) de cercas fronterizas.
En el 2011, el presidente Barack Obama dijo que el cerco a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos estaba “prácticamente terminado”, una afirmación que muchos críticos rechazaron.
El muro hoy en día
Las barreras actuales que van desde el océano Pacífico hasta el río Bravo varían desde retenes para vehículos hechos de vigas de acero hasta muros de estaño que pueden ser trepados fácilmente.
En ciudades grandes como El Paso, los automovilistas pueden manejar al lado de una barrera. En algunas partes hay murales de inmigrantes mujeres que han desaparecido o altares pequeños dedicados a la Virgen de Guadalupe, santa patrona de México y de muchos mexicano-estadounidenses.
Los muros han sido usados como red para jugar voleibol desde ambos lados de la frontera y para realizar concursos de poesía conocidos como slams. Algunos sacerdotes ofician misa y dan la comunión a través de las cercas. En ocasiones los turistas se salen del camino para ir a los lugares donde los muros terminan y se toman fotografías a ambos lados de la frontera.
Entre tanto, los vigilantes montados de hace un siglo han sido reemplazados por vehículos de la Patrulla Fronteriza y cámaras con tecnología infrarroja.
Hernández dice que la construcción de un muro continuo sería una labor tremenda que tendría resultados inciertos.
“Siempre hay aviones”, afirmó. “Siempre habrá otras formas de cruzar”.