Pero en privado, algunos analistas militares y funcionarios de Occidente se preguntan por qué la ofensiva no ha sido aún peor.
Rusia podría atacar las vías ferroviarias, carreteras y puentes ucranianos de manera más agresiva para tratar de detener el flujo de armas occidentales hacia el frente de guerra. Podría haber bombardeado más infraestructura alrededor de la capital, Kiev, para dificultar que los líderes occidentales visitaran al presidente Volodímir Zelenski en muestras de unidad y determinación. Y podría estar haciendo mucho más para infligir daño en Occidente, ya sea mediante ataques cibernéticos, sabotajes o más cortes a las exportaciones de energía a Europa.
Parte de la razón parece ser incompetencia pura: las primeras semanas de la guerra demostraron de forma vívida que las fuerzas militares de Rusia eran mucho menos capaces de lo que se creía antes de la invasión. Sin embargo, funcionarios estadounidenses y europeos también afirman que las tácticas del presidente Vladimir Putin en las últimas semanas parecen ser notablemente cautelosas. Están marcadas por una ofensiva lenta en el este de Ucrania, una estrategia mesurada para eliminar la infraestructura ucraniana y una evasión de acciones que pudieran escalar el conflicto con la OTAN.
La aparente moderación en el campo de batalla contrasta con la grandilocuencia de la televisión estatal rusa, donde se describe a Moscú como si estuviera enfrascada en una lucha existencial contra Occidente y donde se habla abiertamente del uso de armas nucleares. La cuestión es saber si, a medida que avance la guerra, Putin cambiará de rumbo e intensificará la ofensiva.
Esa es una pregunta particularmente urgente en vísperas del feriado del Día de la Victoria en Rusia el 9 de mayo, en el que es tradición que Putin presida un desfile pomposo para recordar el triunfo soviético sobre la Alemania nazi y pronuncie un discurso militarista. Ben Wallace, secretario de Estado para la Defensa del Reino Unido, predijo la semana pasada que Putin utilizaría el discurso para una declaración oficial de guerra y una movilización masiva del pueblo ruso.
Los funcionarios estadounidenses y europeos afirman que no han visto ningún movimiento concreto que muestre que se está preparando una ofensiva mucho mayor con tropas adicionales a partir del 9 de mayo o poco después. Los funcionarios esperan actualmente una campaña más lenta y agotadora dentro de Ucrania. Sin embargo, sí creen que Putin podría utilizar el discurso para declarar una guerra más amplia y un esfuerzo nacional más profundo para combatirla.
Por el momento, Putin pareciera estar en un patrón de mesura militar que le está permitiendo a Ucrania reagruparse y abastecerse de armamento occidental. El lunes 2 de mayo, un alto funcionario del Pentágono calificó la ofensiva más reciente de Rusia en el este de Ucrania como “muy cautelosa y muy tibia”. En Rusia, hay quejas de que los militares están combatiendo con una mano atada a la espalda: la población no comprende la estrategia y objetivos de las fuerzas militares.
“Este es un tipo de guerra especial y extraño”, sentenció Dmitry Trenin, quien hasta hace poco era el director de la sede de Moscú del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, durante una entrevista telefónica desde las afueras de Moscú. “Rusia se ha fijado algunos límites bastante estrictos y esta decisión no se ha explicado de ninguna manera, lo cual genera muchas preguntas, en primer lugar, entre los ciudadanos rusos”.
Trenin es uno de los pocos analistas del centro de investigación, el cual fue clausurado el mes pasado por el gobierno ruso, que decidió quedarse en Rusia tras el comienzo de la guerra. Afirmó que le costaba explicar por qué el Kremlin estaba combatiendo con “menos de la mitad de su poder”.
Sin duda, los ataques con misiles rusos han azotado la infraestructura en toda Ucrania, incluido un importante puente en el suroeste del país el lunes y la pista del aeropuerto de Odesa el sábado. Pero del otro lado del Atlántico, funcionarios y analistas se hacen preguntas similares a las de Trenin.
Durante semanas, diversos funcionarios en Washington han debatido las razones por la que las fuerzas militares rusas no han sido más agresivas en su intento de destruir las líneas de suministro que le permiten a Ucrania recibir envíos de armamento occidental. Según los funcionarios, parte de la respuesta es que la defensa aérea ucraniana sigue siendo una amenaza para los aviones rusos y cuanto más se adentren los aviones rusos en Ucrania, mayores serán las posibilidades de que sean derribados.
Rusia también ha tenido problemas con sus municiones de precisión, es decir, los misiles o cohetes con sistemas de guía. Muchas de esas armas no han funcionado correctamente y los suministros rusos de estas armas son limitados. Los ataques en vías ferroviarias o caravanas en movimiento deben ser muy precisos para que sean efectivos.
Otros funcionarios han alegado que Moscú desea evitar destruir la infraestructura de Ucrania con demasiada severidad, con la esperanza posiblemente equivocada de que todavía puede tomar el control del país. Si asumiera el control de las ciudades devastadas por sus propios bombardeos, Rusia se vería obligada a realizar enormes labores de reconstrucción.
Un alto funcionario de defensa estadounidense afirmó que Putin podría haber evitado destruir la red ferroviaria de Ucrania porque no quería perjudicar su propia capacidad para mover equipos y tropas por todo el país. Los rusos se han centrado más en destruir zonas de almacenamiento de armas que en la red ferroviaria.
Los funcionarios estadounidenses hablaron bajo condición de anonimato para poder mencionar las evaluaciones privadas militares y de inteligencia.
Luego está la pregunta de por qué Rusia no le ha respondido con más fuerza a Occidente. La narrativa del Kremlin es la de una guerra existencial con la OTAN que se libra en suelo ucraniano, pero Rusia es la que sufre pérdidas militares mientras que Occidente mantiene una distancia segura y suministra armas que matan militares rusos.
“Muchas personas en esta ciudad se preguntan por qué los rusos no han tomado represalias todavía”, aseguró Samuel Charap, exfuncionario del Departamento de Estado de Estados Unidos en Washington y analista de Rusia en Rand Corp. “Parece poco probable que Estados Unidos y sus aliados no experimenten ninguna repercusión por haber mandado a tantos militares rusos a sus tumbas”.
Rusia tiene las herramientas para causarle enormes daños a Occidente. La escasez de gas causada por el ataque cibernético al oleoducto Colonial Pipeline del año pasado mostró el nivel de disrupción que el hackeo ruso puede causar en la infraestructura estadounidense. Berlín ha advertido que un corte del gas ruso podría llevar a la economía alemana a una recesión.
Funcionarios estadounidenses y aliados han debatido las razones por las que Putin no ha intentado ataques cibernéticos más amplios o dañinos. Algunos afirman que Putin ha sido disuadido de forma efectiva. Las fuerzas militares rusas, que tienen problemas para avanzar en Ucrania, no podrían manejar una guerra más amplia con la OTAN y no querrían darle a la alianza ninguna excusa para que participe en la guerra de manera más directa.
Otros argumentan que un ataque cibernético en un país de la OTAN es una de las pocas cartas que tiene Putin y que podría estar esperando a una etapa posterior de su campaña para aplicarla.
Si bien Putin no ha dudado en escalar la retórica, sus acciones sugieren que no desea hacer nada que pueda provocar una guerra más grande.
“La percepción general es que quiere arrebatarle algún tipo de victoria a esta debacle suya”, afirmó el funcionario de Defensa estadounidense, quien sugirió que Putin no estaba interesado en “tomar prestados problemas mayores”.