Kim Jung-un se refiere a este popular género musical como “un cáncer vicioso” que corrompe “el comportamiento, el habla, la ropa y el peinado” de la juventud norcoreana.
Según el periódico estadounidense, Kim Jong-un y los medios de comunicación estatales recuerdan de manera casi diaria luchar contra las “influencias antisocialistas y no socialistas” que infiltran al país, como las películas y música de Corea del Sur.
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Kim introdujo a finales del año pasado una ley con la que castigaba con hasta 15 años de trabajos forzados a quien viera o tuviera contenido surcoreano. Además, quienes sean descubiertos escuchando, cantando, escribiendo con un “estilo surcoreano”, podrían enfrentar dos años de trabajo forzado.
La sentencia es más fuerte para quienes distribuyen K-pop a manera de contrabando, ya que podrían enfrentarse a la ejecución. El pasado mes de mayo, un ciudadano fue fusilado en el país por distribuir contenido pirata de Corea del Sur.
Jung Gwang-il, un desertor de Corea del Norte que está involucrado en el contrabando de K-pop hacia su país, dice lo siguiente: “Los jóvenes piensan que no le deben nada a Kim Jong-un. Él debe reafirmar su control ideológico en la juventud si no quiere perder la base para el poder de su familia en el futuro”.
Por otra parte, el periódico estatal Rodong Sinmun advirtió que Corea del Norte se “desmoronaría” si las influencias extranjeras se lograban expandir.
Corea del Norte le pide a sus ciudadanos informar sobre quienes vean o imiten contenido de Corea del Sur, de acuerdo con los documentos filtrados por Daily NK. Mientras tanto, los jóvenes norcoreanos continúan viendo series y escuchando música del vecino país del sur, según informa The New York Times.