Las fuerzas especiales talibanas, llamadas “Badri 313”, con sus trajes de camuflaje impecable, posaban para las fotos, alzando armas estadounidenses y enarbolando la bandera blanca del movimiento, en la que está escrito en negro el inicio de la “shahada” (profesión de fe islámica).
El aeropuerto civil de Kabul, considerado durante mucho tiempo como uno de los lugares más seguros del país, fue saqueado. En el suelo se podían ver cartuchos vacíos cerca de todos los accesos.
En los 15 días que siguieron a la toma del poder de los fundamentalistas el 15 de agosto, las inmediaciones del aeródromo fueron ocupadas por una inmensa multitud que intentaba desesperadamente subir a uno de los vuelos de evacuación de la comunidad internacional.
Pero muchos más afganos quedaron bloqueados en el exterior de esta zona en una serie de puestos de control de los talibanes. El martes, todas estas barreras en la carretera que lleva al aeropuerto fueron desmanteladas, excepto una.
La actitud de los fundamentalistas también cambió: ahora mostraban su júbilo dando la mano a los automovilistas y sus pasajeros.
Aeronaves destruidas
Asegurar la seguridad del aeropuerto internacional Hamid Karzai de Kabul es una cuestión clave. Los talibanes no dejan de insistir en que no aceptarán ayuda militar internacional.
En el interior del complejo, había decenas de aviones y helicópteros que Estados Unidos había dado al ejército regular afgano, vacíos, después de que las tropas estadounidenses los destruyeran antes de irse.
Unas 73 aeronaves fueron “desmilitarizadas”, es decir quedaron fuera de servicio, según el jefe del comando central del ejército estadounidense, el general Kenneth McKenzie. “Esos aparatos no volverán a volar”, dijo. “No podrán ser usados”.
Se rompieron los cristales de sus cabinas y se reventaron sus neumáticos.
Unos 70 vehículos blindados MRAP resistentes a las minas antipersonas, de un costo de un millón de dólares cada uno, y 27 vehículos Humvee también fueron inhabilitados al final de la operación de evacuaciones que permitió sacar en dos semanas a unas 123.000 personas, en su mayoría afganas.
El ejército estadounidense también destruyó su sistema de defensa antimisiles C-RAM que detuvo el lunes cinco cohetes disparados por el grupo Estado Islámico contra el aeropuerto.
Hace falta “un procedimiento largo y complejo para desmontar esos sistemas”, explicó el general. “Así que los desmilitarizamos para que no puedan volver a ser usados”.