Hasta 1 mil 700 combatientes, principalmente miembros de las milicias chiitas, habrían perecido en la “masacre de Speicher“, una base militar situada en el límite norte de Tikrit donde habían sido secuestrados y luego ejecutados reclutas esencialmente chiitas, en los primeros días de la ofensiva de los yihadistas sunitas del EI en el norte de Irak en junio del 2014.
Las autoridades iraquíes comenzaron a registrar los alrededores en busca de fosas comunes tras la reconquista de la ciudad el 31 de marzo.
“Estos cuerpos fueron exhumados en cuatro sitios. Uno de ellos era más importante que los otros con 400 cuerpos“, señaló Ziad Alí Abás, el médico forense encargado de la principal morgue de Bagdad, en una conferencia de prensa.
Expertos extranjeros, entre ellos los de la Cruz Roja Internacional, participan en el examen de los cuerpos.
Las autoridades precisaron que las primeras listas de nombres de víctimas se comunicarían la semana que viene. Estas últimas son identificables gracias a documentos o teléfonos móviles encontrados en el sitio, o después de análisis de ADN.
Cientos de familias, cuyos hijos, padres o hermanos están desaparecidos, esperan noticias desde hace casi un año.
Las imágenes de propaganda difundidas por el EI tras la masacre provocaron un escándalo y alimentaron el espíritu de revancha de las fuerzas gubernamentales, en particular de las milicias chiitas que participaron ampliamente en la recuperación de Tikrit.