Según este medio, que cita fuentes cercanas a la investigación, los fiscales acusan a varios médicos de haber vendido a pacientes stents, desfibriladores y marcapasos a la mitad del precio de mercado, con lo que se habrían llevado a sus bolsillos entre 2 mil y 3 mil euros por unidad.
“Hasta el momento se ha identificado a 170 pacientes operados con dispositivos médicos de personas fallecidas”, indica la fuente.
El escándalo se desató después de que la Fiscalía confirmara que el viernes había procedido a interrogar a varias personas y ordenado registros en el marco de una investigación por uso fraudulento de implantes extraídos de personas muertas, muchas veces en pacientes que no los necesitaban.
La investigación versa sobre los delitos de abuso de autoridad, cohecho, falsificación intelectual y estafa.
El sábado se informó de que el cardiólogo Dan Tesloianu, del hospital de la localidad de Iasi (este), fue enviado a prisión preventiva bajo la sospecha de haber dirigido la red con otros médicos que le procuraban los implantes de fallecidos.
Los fiscales lo acusan de “ejercer sus funciones de forma intencionada y defectuosa, al implantar, entre 2017 y agosto de 2022, 238 dispositivos extraídos de cadáveres o cuya fuente de origen se desconoce, ignorando el riesgo de causar a los pacientes graves problemas médicos o incluso la muerte”.
Según los investigadores, a algunos de los pacientes se les diagnosticó deliberadamente enfermedades que no tenían e incluso se dispensaron fármacos para que se sintieran peor y acabaran necesitando los dispositivos.
Además, cinco médicos supuestamente implicados están acusados también de haber aceptado sobornos de pacientes por sus servicios.