El jueves, un día después de que el meteoro categoría 5 -la máxima de la escala Saffir Simpson- tocara tierra en el Pacífico mexicano, el gobierno dio un primer balance de 27 muertos.
El fenómeno golpeó, principalmente, la zona turística de balnearios y playas de Acapulco, en el estado de Guerrero, uno de los destinos más importantes de viajeros y visitantes.
“Una de las joyas turísticas del país, Acapulco, fue muestra representativa de la devastación ya que lujosos hoteles quedaron sin fachadas completas”, dice el medio argentino Infobae.
Pero la pregunta en torno al fenómeno es por qué causó tanto daño a las edificaciones y por qué impactó tanto en el turismo de esa región, a pesar de que la zona sufre los constantes embates de este tipo de meteoros.
Una de las causas, señala el medio, es la falta de comunicación. El huracán evidenció la carencia de protocolos de alerta y la deficiencia de los aparatos estatales para advertir y comunicar de inmediato sobre la peligrosidad del fenómeno.
Además, dice Infobae, la falta de protocolos que se deben establecer en una zona tan vulnerable a estos meteoros. Los hoteles y albergues turísticos debieron contar con una organización efectiva que les permitiera poner a salvo a todos los turistas y pobladores vulnerables.
De acuerdo con la publicación, esa deficiencia la vivió en carne propia la regidora del ayuntamiento de Monterrey, Nuevo León, Tania Partida Hernández.
Contó que la reacción del hotel en el que se hospedaba no sólo fue tardía, sino que careció de información sólida para los turistas sobre el peligro real que representaba Otis. Criticó que simplemente colocaron en su puerta un letrero de que se debería evacuar.
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Pero las consecuencias y el resultado de la fatalidad va más allá. La pobre infraestructura de los hoteles aumentó los riesgos y los resultados negativos del fenómeno, de acuerdo con la publicación.
Infobae entrevistó al arquitecto Israel Vásquez, “quien cuestionó el tipo de materiales que fueron usados en la construcción de varios hoteles”.
Para el experto, los daños en las construcciones evidencian la poca o nula regulación que hay por parte de las autoridades en el lugar.
“Entiendo la magnitud que vino de este gran fenómeno, es evidente, pero también me sorprende el tipo de materiales, como meterle paredes de tabla roca y cristales frágiles en las fachadas”, dijo a Infobae.
Prueba de ello, según la publicación, es que “el 80% de los hoteles en Acapulco resultaron afectados”, de acuerdo con datos proporcionados por la gobernadora, dice la nota.
“Yo le echaría un tanto la culpa al gobierno y a las autoridades, si bien fue un huracán categoría 5, tampoco es que sea improbable, las autoridades se confiaron y por eso no tenían esta preocupación de ponerle examinar avisar masivamente”, puntualizó el experto a Infobae.