“Perdonaron la vida a una mujer que iba en uno de los vehículos. Todas las víctimas eran miembros de la minoría étnica de los hazaras”, añadió.
Uno de los responsables de la policía de Balk, Abdul Razaq Qaderi, confirmó el ataque, que por el momento no ha sido reivindicado.
Los ataques contra minorías chiitas no son frecuentes en Afganistán, en comparación a la violencia que sufren países vecinos como Pakistán.
El ataque se produjo el mismo día en que el presidente afgano, Ashraf Ghani, convocó una conferencia internacional de donantes en Kabul, pidiendo ayuda para un “país herido” que enfrenta desafíos a nivel económico y de seguridad.
“Afganistán es un país herido. Un desempleo elevado, una rebelión violenta y el avance del extremismo en la región aumentan la posibilidad de que los disturbios políticos hagan peligrar nuestro programa de reformas económicas”, explicó en conferencia de prensa en Kabul, a la que asistieron delegaciones occidentales y oenegés.