El sujeto se había atrincherado durante unas dos horas en lo que las autoridades llamaron un aparente “incidente laboral de tipo violento”.
Pese a que aparentemente habría disparado su arma en el momento de la toma de rehenes, ninguno resultó herido o muerto, según los reportes policiales.
La toma de rehenes generó alarma en una sociedad conmocionada por la matanza hace apenas dos días de 49 personas en la discoteca Pulse de Orlando (Florida), el mayor tiroteo de la historia de Estados Unidos y el mayor ataque terrorista desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en este país.
El presunto autor de los disparos en Orlando, un estadounidense de origen afgano, había jurado lealtad al grupo yihadista Estado Islámico (EI) , aunque las investigaciones apuntan a que no tenía ningún vínculo directo con la organización terrorista, sino que actuó en solitario.
El presidente estadounidense, Barack Obama, ha calificado el ataque de “acto de terrorismo y odio” y ha insistido en la necesidad de endurecer la legislación para el control de las armas de fuego.