“Peligro público”
Clinton no se privó de todas maneras de reiterar ciertas críticas frontales a su rival, al que calificó de “peligro público”.
Este nuevo terreno de enfrentamiento personal, propicio a los golpes bajos, es sin embargo un ejemplo de la estrategia adoptada por Trump para ganarse el voto femenino, que desconfía de un político conocido por sus declaraciones misóginas.
Trump pretende dejar mal parada a la casi segura postulante demócrata ante las mujeres, presentándola como insensible a sus sufrimientos, pero también desgastar la imagen de la exjefa de la diplomacia estadounidense, asociándola directamente al escándalo del caso Monica Lewinsky, que le valió a Bill Clinton un juicio político en el Congreso que finalmente pudo sortear.
No es la primera vez que insinúa que las amantes de Bill Clinton han sufrido por la actitud de Hillary, pero el multimillonario empresario parece intentar convertir al tema en argumento de campaña.
Ahora que se ha prácticamente asegurado la candidatura de su partido para las elecciones de noviembre, Trump ha dado ciertas señales de que pretende matizar su discurso, tachado de “radical” por algunos de sus rivales en las primarias, con el fin de unificar a un Partido Republicano en plena crisis existencial.
En la misma entrevista en ABC, por ejemplo, dio a entender que podría finalmente aumentar los impuestos a los más ricos, al afirmar que su programa fiscal aún no está acabado.
“Yo estoy listo para pagar más. Y sabe qué? Los ricos están listos para pagar más”, dijo cuando fue interrogado acerca de su programa fiscal.
“Voy a asegurarme de que la clase media obtenga una buena reducción de sus impuestos”, indicó. “Pelearé muy fuertemente en favor de las empresas, (pero) para los ricos pienso sinceramente que los impuestos aumentarán”.
Con la mano tendida
Aun así, su gusto por los ataques personales, un recurso que utilizó exitosamente durante las primarias republicanas contra “el debilucho Jeb”, “el pequeño Marco” y “el mentiroso Ted” (por Jeb Bush, Marco Rubio y Ted Cruz), y que ahora emplea contra Hillary Clinton, parece ser una segunda piel de Trump.
Algunos dirigentes republicanos no lo toleran y ya han manifestado que no lo respaldarán, una situación que Clinton intentará explotar, de acuerdo a lo que dio a entender el domingo.
“Evidentemente, tiendo la mano a demócratas, a republicanos, a independientes, a todos los votantes que quieren a un candidato que realice una campaña centrada en los problemas”, dijo Clinton en CBS.
“Recibí muchas solicitudes de republicanos estos últimos días, que están interesados en hablar”, agregó la aspirante de 69 años.
Un número creciente de dirigentes republicanos de primera línea se sumó, desde la victoria del magnate inmobiliario el martes en Indiana y el abandono de sus últimos rivales, al movimiento “Cualquiera menos Trump”, entre ellos el candidato presidencial del partido en 2012, Mitt Romney, y los dos últimos presidentes republicanos, George W. Bush y su padre, George H.W. Bush.