A través de un comunicación del Departamento de Conservación de Nueva Zelanda se informó que el 4 de julio del hallazgo del animal, de unos cinco metros de largo, en la playa de Otago y que se cree que se trata de un ejemplar de la misteriosa ballena, aunque esperan la confirmación del análisis de ADN.
Las ballenas picudas de Bahamonde (Mesoplodon traversii o bahamondi), también conocidas como zifios de Travers o mesoplones de Bahamonde, se distinguen por sus hocicos alargados, sus dientes prominentes y su forma parecida a la de los delfines.
“Las ballenas picudas son una de las especies de grandes mamíferos menos conocidas de la era moderna“, afirmó el jefe de operaciones del Departamento de Conservación en Otago, Gabe Davies, en el comunicado fechado el 15 de julio.
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“Desde el siglo XIX, sólo se han documentado seis ejemplares en todo el mundo, y todos menos uno procedían de Nueva Zelanda. Desde el punto de vista científico y de la conservación, esto es enorme”, agregó el experto.
Las autoridades indicaron que las muestras de la ballena han sido enviadas a la Universidad de Auckland y que los resultados del ADN pueden tardar semanas o meses.
Estos zifios o ballenas picudas viven en aguas muy profundas y se alimentan de calamares y otros animales, aunque se desconoce casi todo de su comportamiento al no haberse avistado nunca un ejemplar vivo.
Esta especie fue descrita por primera vez en 1874 a raíz del hallazgo de una mandíbula inferior y dos dientes dos años antes en las islas Chatham, al sur de Nueva Zelanda.
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Los restos de esqueleto encontrados en 1986 en la isla Robinson Crusoe (Chile) confirmaron el descubrimiento de la nueva especie, que debe parte de su hombre, Bahamonde, al biólogo marino chileno Nibaldo Bahamonde.
En este sentido, la especie es conocida como Mesoplodon traversii, en honor de naturalista neozelandés Henry Hammersley Travers, o Mesoplodon bahamondi.
Durante años los científicos solo contaron con restos del cráneo y esqueleto para identificar a estos zifios de Bahamonde, pero en 2010 y 2017 se encontraron especímenes muertos pero casi intactos en diferentes lugares en Nueva Zelanda.
Este reciente hallazgo en la playa de Otago permitirá aprender más sobre este misterioso cetáceo.