“Fueron momentos de caos, incertidumbre y de horror el que vivimos. Habitualmente es un lugar pacífico y tranquilo, sin altercados”, dice consternada.
“De pronto, vimos que una furgoneta accedió a la zona peatonal e intentó arrollar al máximo de personas posibles. Minutos después, entre la conmoción y los heridos, supimos que se trataba de un atentado”.
Imágenes de usuarios en el lugar mostraban en las redes sociales el caos que narra la testigo: heridos en la banqueta mientras varias personas huyen del lugar.
Tras el ataque, la Policía dijo que ha capturado a cuatro sospechosos y que las víctimas son originarios de unos 30 países.
Minutos de angustia, pero también de solidaridad
“Sentí mucho dolor e impotencia, porque aquello parecía una película de terror. Sobre todo porque esta siempre ha sido una ciudad pacífica con mucha seguridad”, cuenta Guzmán.
“Pensaba lo peor, que algo más pasaría. Nos quedamos encerrados en la tienda hasta la madrugada y gracias a Dios pudimos refugiar a más de 50 personas. Tocó esperar hasta salir escoltados por la Policía”, agrega.
“Vi ataques de pánico, mucha gente atropellada. Mucha gente se tiraba al suelo y empujaba a niños para ponerlos a salvo. Había mucha sangre. Para donde se mirara había sangre, y se escuchaban gritos. Realmente, no tengo palabras para contar lo que vivimos”.
Medios de comunicación resaltaron la solidaridad que se vivió en La Rambla, durante y tras el ataque, lo que es confirmado por la guatemalteca.
“En ese momento no había una cuestión de nacionalidades: era como ser una sola familia. Todos los negocios de alrededor de la zona cero tuvieron gente refugiada. Nos ayudábamos sin importar nada más que eso, ayudar. Estuvimos siete horas encerrados hasta que la Policía nos dio el aviso de que estábamos a salvo. En tanto, el ambiente fue siempre intentar mantener la calma”, afirma Guzmán.
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Desafío al terror
Este viernes, un día después del mortífero ataque, La Rambla se ha llenado otra vez de su movimiento habitual, según Guzmán, en prueba de valentía, solidaridad, fuerza, y como un desafío al terrorismo.
Los atropellamientos por parte de terroristas parecen ser una nueva modalidad ordenada por líderes de grupos extremistas. Sólo en Europa se han contabilizado casi una decena de este tipo de atentados sólo en un año.
“El terrorismo es una herramienta de fundamentalistas cobardes, cuyo objetivo es sembrar el terror y el odio”, dice Guzmán, quien admite que los atentados son una realidad con la que hay que convivir.
“Somos un país con antecedentes históricos por terrorismo nacional, y esto es solo un lamentable episodio que nos hace mas fuertes”, puntualiza.