Por teléfono, se le pide en árabe que organice la evacuación del edificio dentro de una hora. El propietario intenta negociar un plazo suplementario. La conversación se prolonga. La torre de 13 pisos, evacuada en pánico, es pulverizada una hora más tarde.
El ejército israelí, que inventó el “roof knocking”, bautizado “hakesh bagag” en hebreo desde 2009 y adoptado en 2016 por el ejército estadounidense en Irak, introdujo esta técnica de disparo de advertencia -extendida a llamadas, mensajes o incluso al lanzamiento de folletos- en su comunicación de guerra.
Pero según las ONG de defensa de los derechos humanos, la advertencia no libera a las “fuerzas atacantes” de su responsabilidad respecto al derecho humanitario internacional.
En 2009, durante la operación “Plomo Fundido”, el ejército israelí se jactó de haber emitido desde los cuarteles generales de la inteligencia militar cerca de 165.000 llamadas de advertencia a Gaza, a menudo mensajes pregrabados en árabe.
Razones morales
Desde entonces, se instalaron cámaras debajo de las cabinas de mando y el ejército emite regularmente videos que muestran la técnica “en acción”.
“Enviamos un pequeño misil, vacío, para golpear el techo y hacer que los civiles sepan que tienen que evacuar el edificio. Permanecemos en observación para asegurarnos de que se van”, explica a la AFP un responsable de la aviación militar israelí, que exigió el anonimato. “Cuando tenemos la mayor certeza posible sobre la evacuación del edificio, disparamos”, precisa.
Si bien este funcionario encargado del protocolo se refiere ante todo a “razones morales”, que incitan al ejército a limitar los “daños colaterales sobre los civiles”, Israel también tiene la intención de protegerse contra eventuales acusaciones.
La fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) abrió una investigación por presuntos crímenes de guerra en los territorios palestinos, en particular durante la guerra de Gaza de 2014.
La fiscalía militar israelí está incluida en la elaboración de algunos de estos protocolos de advertencia.
Mohamad al Hadidi se pregunta por qué nunca recibió esa llamada el sábado pasado, cuando su esposa y cuatro de sus cinco hijos murieron en un bombardeo israelí contra un edificio del campamento de Al Shati, donde la familia pasaba la noche. “¿Qué hemos hecho para merecer ser bombardeados, sin ninguna advertencia, sin que se nos pida que evacuemos?”, subraya a la AFP.
Poco tiempo
El ejército no proporcionó cifras sobre el número de “roof knockings” desde el comienzo, el 10 de mayo, de la escalada militar con Hamas, movimiento en el poder en Gaza.
“Hemos dirigido más de 1 mil ataques. Cuando se trata de infraestructuras, podemos utilizar esta técnica, pero no cuando se trata de la eliminación de terroristas”, afirma el responsable de la aviación militar.
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En el bombardeo que mató a la familia de Mohamad al Hadidi, el ejército afirma haber atacado a “comandantes de Hamas” que se encontraban en un departamento.
Los palestinos que vivieron esta extraña interacción con el enemigo describen la tensión, el estrés e incluso el trauma dejado por estos pocos minutos en los que se juega su supervivencia. Describen lo que pudieron llevarse o bien tuvieron que dejar antes de salir corriendo.
Para Amnistía Internacional, “emitir una advertencia no absuelve a las fuerzas atacantes de sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario hacia los civiles”, destaca a la AFP su portavoz para la región, Sara Hashash.
“En muchos casos, faltan los elementos básicos de advertencia, como el momento del ataque, los lugares dónde ponerse a salvo o la garantía de una evacuación segura y a tiempo”, explica.
En el caso del lanzamiento de un misil vacío en el techo, las familias también pueden pensar que se trata de una falsa alarma o que el ataque ya pasó, explicaba la ONG en un informe en 2014.
“Hubieron casos de ataques mortales, lanzados muy poco tiempo después de la advertencia a los civiles”, estima la portavoz regional.