“Creemos que el veredicto del pueblo debe ser respetado”, afirmó Varoufakis, para quien “nada ha terminado” puesto que las negociaciones con los acreedores se reanudarán tras el referéndum.
“No soy un primer ministro que se aferre al puesto aunque truene y llueva”, había afirmado anteriormente el primer ministro, Alexis Tsipras, cuestionado sobre su eventual dimisión si gana el “sí”.
Según un sondeo publicado el miércoles en la prensa, un 46% de los griegos votará no en el referéndum del domingo, respecto al 57% que pretendía hacerlo dos días antes.
Esa caída coincide con la imposición de un control bancario de ocho días en Grecia.
El gobierno llamó a votar “no” en el referéndum con el fin de buscar un mejor acuerdo con sus acreedores europeos y del Fondo Monetario Internacional.
Este jueves, el país vive el cuarto día de control de capitales, con los bancos cerrados (excepto para los jubilados que no tienen tarjeta de crédito) y un tope de retiro en efectivo en los cajeros automáticos de 60 euros por día y persona.
El martes y el miércoles, el país vivió un auténtico psicodrama, pendiente de un improbable acuerdo de última hora con los acreedores. Finalmente, los ministros de Finanzas de la Eurozona dejaron claro que esperarán al resultado del referéndum, cuya campaña exprés arrancó de lleno este jueves.
En la televisión se sucedían los espacios dedicados al “sí” (con el testimonio del ex primer ministro Costas Caramanlis, entre otros) y al “no” . En las calles de Atenas podía verse también un virulento cartel con la fotografía del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schuble, bajo el lema: “Desde hace 5 años te está chupando la sangre. Ahora dile NO”.
En un país muy polarizado, el Consejo de Estado, la más alta jurisdicción administrativa del país, examinará el viernes la legalidad del referéndum del domingo, tras un recurso presentado el miércoles por dos particulares.
El martes, Grecia entró en default con el FMI al no poder hacer frente a un vencimiento de unos 1.500 millones de euros con esta institución. El mismo día expiró el plan europeo de asistencia financiera al país, ya que a falta de acuerdo, sus socios decidieron no prolongarlo.
Las próximas semanas se anuncian complicadas para la tesorería del Estado griego, que debe abonar unos 3.500 millones de euros 20 de julio, de los cuales 2.100 millones al BCE y 1.400 millones a los bancos centrales de la Eurozona.
Los griegos votarán sobre si aceptan una serie de medidas presupuestarias que los acreedores propusieron a cambio de nuevos préstamos. Las propuestas están relacionadas con un acuerdo sobre el programa de rescate de Grecia, que ya expiró, pero la votación dará una indicación de hacia dónde quiere el pueblo griego que se dirijan las negociaciones con los acreedores. El gobierno está pidiendo a la gente que vote por un “no” .
No obstante Tsipras ha instado a rechazarla para negociar un plan en mejores condiciones.