La mujer estuvo hospitalizada por enfermedad y relata que pensó que iba a morir, por los graves efectos que le causó: no podía respirar y no paraba de vomitar.
Junto a su esposo, Ronald Steadman, decidieron no inmunizarse contra el coronavirus, porque pensaban que las vacunas habían sido desarrolladas muy rápido y no confiaban en su eficacia.
“Fue como entrar a una película de terror. Pensé que iba a morir. No podía respirar. No podía dejar de vomitar. Es como si no tuviera huesos en el cuerpo”, dijo Lisa Steadman a medios locales.
Mientras la mujer estuvo hospitalizada, recibía llamadas telefónicas de su esposo, para darle ánimo y esperanza de que le esperaba para continuar con su proyecto de vida.
El hombre también fue contagiado con la enfermedad, aunque sus síntomas parecían ser leves y no requirió ser trasladado a un centro asistencial y decidió recuperarse en casa.
Luego de pasar por los momentos más críticos y empezar a recuperarse, la mujer ya no recibió llamadas de su pareja; sin embargo, no se imaginó que algo malo había ocurrido.
Cuando llegó a su residencia, la mujer empezó a llamar a su pareja, pero no recibió ninguna respuesta, más que la de su mascota, que ladraba desde una habitación.
La mujer abrió la puerta de la habitación y quedó impactada: “me puse histérica”, relata, pues encontró el cuerpo de su esposo.
Según se conoció, el hombre fue empeorando hasta llegar a una situación crítica por el bajo nivel de saturación de oxígeno y ya no tuvo tiempo de ser auxiliado y trasladado a un hospital.